El Gobierno asume una rebaja en su previsión de crecimiento para 2023
El Ejecutivo dice que la economía crecerá «en torno a un 2%»
El Gobierno empieza a prepararse para una posible rebaja de sus previsiones macroeconómicas, en un momento en el que los principales bancos centrales del mundo han dejado claro que la lucha contra la inflación es el objetivo a batir, aunque eso implique dañar la recuperación. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aludió ayer a que la economía española crecerá «en torno a un 2%» el próximo año. La cifra implicaría un recorte de siete décimas desde el 2,7% del último cuadro macroeconómico que se presentó en julio, y que ya supuso un descenso de ocho décimas respecto a la estimación anterior.
Fuentes del Ministerio de Economía matizan que las palabras de Montero no implican cambios respecto a las estimaciones que mantiene la vicepresidenta Nadia Calviño, que suele referirse a las previsiones de las firmas internacionales al aplicar para 2023 ese «en torno al 2%». Pero el Ejecutivo también lleva semanas asegurando que para 2022 el crecimiento rondará el 4%, de nuevo ligeramente por debajo del 4,3% establecido en el cuadro macro.
Es decir, hay dudas sobre el cumplimiento de los objetivos. Las distintas instituciones, desde el Banco de España hasta la Comisión Europea, pasando por organismos como el FMI, llevan tiempo advirtiendo de la dificultad de realizar previsiones, ante la incertidumbre por la evolución de la guerra en Ucrania y el impacto de la retirada de estímulos de los bancos centrales.
En este entorno, los indicadores que se utilizan para estimar cuánto y cómo crecerán las economías son medidas al milímetro y casi hora a hora. Así que, para conocer si finalmente se recortan las previsiones de crecimiento, habrá que esperar a la nueva actualización del cuadro macro que acompañará a los Presupuestos Generales del Estado que el Gobierno debería presentar la próxima semana. Fuentes del Ejecutivo indican que será complicado cumplir con el plazo constitucional, con lo que la propuesta para elaborar la nueva hoja de ruta de ingresos y gastos se conocerá más bien en octubre, como ha ocurrido otros años en los que, después, los Presupuestos sí se han aprobado antes de terminar el ejercicio, para que entren en vigor el uno de enero del siguiente. Aunque desde el Gobierno defienden que la economía española seguirá creciendo a un ritmo robusto, lo cierto es que esas nuevas previsiones tendrán que incorporar algunos acontecimientos ocurridos desde julio, como la mayor agresividad de los bancos centrales o los riesgos energéticos y los problemas de suministro de gas ruso.
Pese a ello, Montero descartó el jueves que la economía esté abocada a la contracción. «No hay ningún dato que nos permita aventurar que se vaya a producir una recesión económica», indicó. De hecho, si el PIB crece en tasas del 4% este año como se prevé, la cifra «cuadruplicaría la media de la OCDE y estaría por encima de países como Italia, Alemania o Francia», insistió la ministra de Hacienda.
Los mercados desconfían Es cierto que la perspectiva para España es mejor que para otras economías como la alemana, mucho más dependiente del gas ruso. Sin embargo, los problemas de nuestros socios pueden acabar pasando factura a la recuperación nacional. Y el mercado lleva semanas escuchando de cerca los tambores de recesión global, sobre todo tras el acelerón en las subidas de los tipos de interés por parte de los bancos centrales. La Fed estadounidense, que el miércoles subió tipos en otros 75 puntos básicos, o el Banco Central Europeo (BCE), ya han asumido que la lucha contra la inflación pasa inevitablemente por dañar la economía. También el Banco de Inglaterra elevó ayer su tasa en 50 puntos básicos, igual que Noruega. Y Suiza lo hizo en 75. Un escenario que asusta a los inversores y que se refleja en el fuerte repunte experimentado por la rentabilidad de los bonos, que actúa como un indicador de lo que los Estados deben pagar para ‘colocar’ su deuda. En España, el interés del bono a 10 años supera de nuevo el 3%.
Pero el caso más llamativo es el de EE UU, donde alcanza el 3,55%, máximos de 2011. El problema es que en los plazos más cortos, el repunte es superior, con el interés del bono a dos años por encima del 4%. Es la primera vez que ocurre desde finales de 2007, en pleno inicio de la anterior crisis financiera mundial. Y se está produciendo la denominada inversión de la curva (cuando la rentabilidad de los títulos a corto plazo supera la de los bonos a 10 años), lo que históricamente está asociado a una recesión en los próximos 12 a 18 meses.