Credit Suisse, en la cuerda floja, amenaza con tambalear el sistema financiero
La posibilidad de quiebra de Credit Suisse, uno de los grandes bancos de inversión mundiales con origen suizo, se hace patente a medida que avanzan los minutos. El mejor termómetro para comprobar su estado anímico son los seguros de impago (Credit Default Swaps -CDS-), utilizados para cubrir los riesgos de impago de créditos. Y los CDS de la entidad están disparados, en su cota máxima por encima de lo registrado a partir de 2008, cuando cayó Lehman Brothers.
Sobre aquella compañía recaen todas las miradas, advirtiendo sobre un posible desplome que vuelva a repetirse 14 años después, y que haga tambalearse a todo el sistema financiero en un contexto de crisis como la actual. Los rumores sobre una posible ampliación de capital para abordar una profunda reestructuración del negocio resuenan cada vez con más fuerza. La entidad tiene más alternativas para financiar el ajuste de su estructura, pero habrá que esperar a los detalles de la presentación del plan estratégico, previsto para finales de octubre.
Sus acciones han llegado a situarse este lunes en un mínimo de 3,54 francos, frente a los 3,98 en los que cerraron el viernes (con un descenso del 12%). Finalmente, liquidó la sesión en tablas.
Para Rafael Alonso, analista de banca de Bankinter, «Credit Suisse atraviesa un momento delicado por la debilidad del negocio de banca de inversión».
El mercado se muestra preocupado por el deterioro en las métricas de gestión. Tras las pérdidas de 2021, Credit Suisse acumula en 2022 dos trimestres en negativo y el consenso estima una pérdida de 1.650 millones de francos suizos para este año. Su actual CEO, Ulrich Koerner, ha admitido que la situación es crítica, pero ha querido ganar tiempo al pedir a los inversores algunos meses para cumplir con la nueva hoja de ruta del banco.