La Autoridad Bancaria Europea defiende el impuesto a la banca
Calviño cree que los millonarios sueldos de los banqueros y ejecutivos justifican la medida
El 1 de febrero la banca tendrá que empezar a pagar el nuevo impuesto al sector aprobado por el Gobierno para recaudar, según las estimaciones iniciales, 3.000 millones de euros en dos años. Las entidades llevan meses tachando de «injusto, discriminatorio y confiscatorio» este cargo con el que se gravará el 4,8% de los ingresos por comisiones y margen de intereses (la diferencia entre lo cobrado por el crédito y lo pagado por los depósitos). Algunas de ellas ya han amenazado incluso con recurrirlo en los tribunales una vez entre en vigor. Sin embargo, la propia Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), rompió ayer una lanza a favor de la medida, al defender su «legitimidad» al haber contado con el visto bueno del Parlamento.
El presidente de la institución, José Manuel Campa, aseguró que las entidades están preparadas para asumir el coste del impuesto «sin que haya un impacto neto en sus ratios de solvencia». Sí reconoció que habrá un coste que afectará de forma negativa a los beneficios. Pero también dejó entrever que las entidades podrán compensar ese impacto al llegar la nueva prestación patrimonial ante un escenario de mejora de la rentabilidad en los próximos años en pleno ciclo de subidas de los tipos de interés.
Campa pronunció estas palabras en un evento organizado por el Foro Nueva Economía, en presencia de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que también defendió el impuesto recordando los beneficios extraordinarios del sector, que han venido acompañados de mayores retribuciones para los banqueros.
A su juicio, esta situación evidencia que las entidades tienen margen suficiente para hacer frente a la medida sin transmitir su coste a los clientes. La propia EBA lanzó un informe la semana pasada en el que constataba que el número de banqueros en España que cobran más de un millón de euros al año se incrementó un 73% en 2021, con una media de 2,16 millones de euros por banquero, la más alta de Europa. Para Campa, «el dato no es si ganan mucho o poco, pues ese debate lo deben tener las entidades con sus accionistas». Además, recordó que los datos del informe corresponden a un ejercicio en el que los sueldos subieron por dos factores determinantes: el efecto Brexit —con la llegada de banqueros mejor remunerados desde Reino Unido— y el regreso de los pagos variables que en 2020 se eliminaron para hacer frente al impacto de la pandemia en resultados.
Campa defendió que las retribuciones del sector deben estar en sintonía con el perfil de riesgo de cada banco. Y abrió la puerta a que, igual que existen ‘bonus’, también se generen ‘malus’ si se incumplen objetivos. «Las retribuciones deben venir determinadas por la eficiencia de la entidad, de la capacidad de los gestores y con el objetivo de que no haya extracción de rentas en detrimento del accionista», insistió.
Campa también aprovechó su intervención para indicar que, quizá, los bancos están siendo demasiado optimistas ante los posibles riesgos que se avecinan.