El traslado de Ferrovial destapa la inferioridad de las empresas del país
La lejanía de los centros de decisión mundial y los costes de financiación, entre las trabas a batir
La posibilidad de cotizar directamente en Estados Unidos fue el último punto de fricción entre Ferrovial y el Gobierno a pocas horas de que tuviera lugar la junta de la empresa, el pasado jueves, cuando los accionistas avalaron su traslado de sede a Países Bajos de forma abrumadora. Durante su discurso oficial, el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, recordó que «no es fácil ni inmediato establecer una cotización directa en EE UU». Una premisa que el Gobierno negó.
Esta discrepancia revela las necesidades corporativas de la empresa y la maquinaria administrativa que hace falta para que las grandes cotizadas españolas amplíen sus negocios. La cuestión de estar pisando el parqué de Wall Street sin necesidad de intermediarios es solo la punta del iceberg de esos hándicaps.
La necesidad de los ADR
Las empresas con sede en España solo cotizan a través de los llamados American Depositary Receipt (ADR), pero eso no implica cotizar de forma directa en la Bolsa estadounidense. Varias grandes cotizadas como Repsol, BBVA, Santander, Inditex o Grifols ya lo hacen. Se trata de un sistema por el que un banco americano adquiere un gran paquete de acciones de la empresa y emite unos certificados, equivalentes y respaldados por estas participaciones. Esta solución permite a inversores estadounidenses negociar valores de empresas extranjeras, las cuales se benefician atrayendo nuevos inversores. Además, los dividendos que reparten en origen también se entregan allí en dólares.
Sin embargo, en la propia misiva que el Ministerio de Economía envió a Ferrovial días antes de la junta, el Gobierno admitía indirectamente las trabas que existen para poner en marcha una cotización directa a corto plazo y de forma ágil. Lo hizo al apuntar que facilitarían todos los procesos necesarios, junto a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y Bolsas y Mercados (BME), para habilitar que cualquier cotizada que lo desee pueda operar en el parqué estadounidense de forma directa, sin intermediarios. Por el contrario, Ferrovial recordaba que debía «proponer a sus accionistas alternativas reales y contrastadas, utilizadas con éxito por otras compañías europeas». Es más, dijo que en otras jurisdicciones europeas como Países Bajos esa doble cotización sí es posible. Y la intención del grupo no es otra que dar el salto este mismo año.
Epicentro en Ámsterdam
El efecto imán que está ejerciendo Ámsterdam frente a otros centros financieros europeos, incluido Madrid, también explica la búsqueda de las corporaciones españolas por estar ‘cerca del poder’ bursátil, que ahora ha pasado de Londres a la ciudad de los Países Bajos tras el ‘brexit’. Ni París, ni Dublín, ni Fráncfort han conseguido sustituir el efecto que tenía Reino Unido. Ámsterdam es ya el primer centro bursátil del continente con una capitalización que supera los 825.000 millones de euros, muy por encima del, por ejemplo, Ibex-35, con algo más de 600.000 millones.
Una de las ventajas de cotizar en ese selectivo reside en que atesora una especie de contacto directo con Wall Street. «Países Bajos casi tienen un salvoconducto para hacer negocio en EE UU y eso se debe a razones históricas que ahora les benefician», explica Darío García, analista de XTB.
Créditos más baratos Más allá de las ventajas fiscales de Países Bajos, la decisión de trasladar la sede de Ferrovial también se explica por las mejores condiciones de financiación que se pueden obtener en el territorio.
«Está claro que un país como España se financia a unos tipos y otro, como Países Bajos, se financia a otro coste, que es menor», sostiene Javier Díaz Giménez, profesor de IESE Business School. Más aún para una empresa como Ferrovial, fuertemente endeudada y con unas necesidades de financiación mucho mayores que otras corporaciones.
En una etapa de tipos al alza, no le supone lo mismo el peso del coste de la deuda española (bajo, pero en el entorno del 3,4% del bono a 10 años) que la fiabilidad que les ofrece la holandesa, con un bono a poco más del 2,6%.
Ante esta coyuntura, el presidente de la Ceoe, Antonio Garamendi, ha insistido en la «necesidad de trabajar para que vengan a nuestro país más empresas».
«Se ha generado un ruido que los inversores internacionales están observando», enfatizó en sus últimas declaraciones para forzar a un sistema menos complicado para ser atractivos ante el resto del mundo.