Energéticas y bancos, ante el riesgo del impuesto permanente
Otra de las grandes decisiones que tendrá que afrontar el nuevo Gobierno que salga de las urnas será si los impuestos a la banca, energéticas y grandes fortunas que entraron en vigor el pasado 1 de enero se extenderán más allá de los dos años para los que estaban previstos. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ya ha abierto la puerta a convertir estas tasas en permanentes. Y el programa económico de Sumar también incluye esta posibilidad.
Más difícil tendrá ajustar su postura el Partido Popular que, ante la posibilidad de una victoria electoral, debe debatirse entre la urgente necesidad de mantener al alza los ingresos para las arcas públicas y, al mismo tiempo, ganarse el favor de dos sectores empresariales vitales para la actividad económica del país.
El Banco de España calcula que el impuesto a la banca se comerá un 5% del beneficio del sector, que ya ha abonado 1.120 millones a cuenta de sus ingresos de 2022, y en 2024 pagará una cantidad similar. «No nos gusta ni en forma, ni en fondo, ni cómo se tramitó», indicaba esta semana Alejandra Kindelán, presidenta de la Asociación Española de Banca (AEB). «Espero que no lo hagan permanente», anunciaba.
Aunque los populares podrían derogar el tributo no parece que vaya a ocurrir. La idea, de hecho, es que en el momento de su vencimiento, la tasa se sustituya por un fondo de ayudas que costearía el propio sector. Una decisión que contentaría en cierto modo a la opinión pública, que el pasado año vio cómo mientras su carga hipotecaria se disparaba casi sin control en plena escalada de tipos de interés, los bancos engordaban sus beneficios a niveles récord.
En cuanto al impuesto a las energéticas, con el que se aspira a recaudar 1.700 millones cada año, el PP tampoco ha dejado claro si lo derogará.