Diario de León

Los bancos centrales se conjuran para subir tipos y poder doblegar la inflación

Christine Lagarde advierte de que aún queda «terreno por cubrir»

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. EFE

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. EFE

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En julio de 2022, el Banco Central Europeo (BCE) anunció su mayor subida de tipos de interés en 22 años. Entonces la inflación se situaba en el 8,6% en la Eurozona y la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, defendió que elevar los tipos «era la mejor herramienta» para asegurar que la inflación se contenía a medio plazo por debajo del 2%. Casi un año después, los precios siguen «excesivamente elevados» y los bancos centrales de todo el mundo -a excepción de Japón- continúan endureciendo su política monetaria para doblegarlos mientras la economía se enfría.

El BCE, con los tipos al 4%, da casi por sentado un nuevo incremento en julio y Lagarde advirtió —en el foro económico celebrado en Sintra (Portugal)— que la posibilidad de otra subida en septiembre va cobrando fuerza. Los presidentes de la Fed, Jerome Powell, y del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, coinciden en que serán necesarias nuevas subidas.

En el caso de Estados Unidos, la posibilidad de dos incrementos consecutivos «está sobre la mesa», lo que dejaría la tasa de referencia en el 5,5% para final de año. En Inglaterra, los expertos no descartan que los tipos lleguen al 6%.

Preocupa el mercado laboral

Y es que los bancos centrales parece que no acaban de dar con la tecla para reducir la inflación, que según las estimaciones más recientes del BCE seguirá por encima del objetivo del 2% incluso en 2025. Las tres entidades observan con especial preocupación la fuerza del mercado laboral, que podría convertir la elevada inflación en un fenómeno persistente. El desempleo roza mínimos históricos del 6% en Europa, del 3,7% en Reino Unido y se sitúa por debajo del 4% en EE UU. «La fuerza del mercado laboral presiona el alza de los salarios, lo que aumenta el gasto y, como consecuencia, eleva los precios», resumió Powell. Lagarde también subrayó recientemente que los gastos laborales tendrán «un rol crítico sobre la inflación» y motivaron el alza de tipos del BCE en junio.

A nivel global, los bancos centrales han seguido en líneas generales la misma estrategia, aunque no al mismo ritmo. Al otro lado del Atlántico, la Fed renunció a las subidas de tipos en junio, pero anunció que volverá a subir los tipos para contener una inflación que se situó en el 4,1% en mayo. El Banco Central de Canadá y el Banco de Australia caminan por esta misma senda; incrementaron los tipos de nuevo en junio, tras un parón de varios meses, ante la resistencia de los precios.

La subida turca

El Banco de Noruega también subió los tipos en junio, ha anunciado un nuevo incremento para agosto y anticipa que el ‘techo’ se situará en torno al 4,25% a finales de año. El Banco Nacional de Suiza se mueve en esa misma dirección, pero a un ritmo más pausado, con un aumento de 0,25 puntos que deja los tipos en el 1,75%. Turquía, en cambio, ha respondido a la inflación, que en mayo alcanzó el 39,6%, con una agresiva subida que ha elevado los tipos al 15%.

La única entidad que sigue un camino diferente es el Banco Central de Japón, que mantiene los tipos en negativo a pesar de que los precios escalaron al 3,7% en noviembre, el nivel más alto de las últimas cuatro décadas en el país. Pese a todo, apuesta por mantener los tipos al mismo nivel, al considerar que la elevada inflación es importada y tiene un carácter transitorio.

Signos de fatiga

Pero los analistas coinciden en que las entidades mundiales empiezan a dar muestras de agotamiento y que las subidas de tipos no podrán mantenerse por mucho más tiempo. Las primeras señales en ese sentido vinieron con las turbulencias financieras provocadas por la intervención del Silicon Valley Bank y el rescate del suizo Credit Suisse -que hicieron temblar a Deutsche Bank- y que provocaron que el BCE se replanteara su estrategia y redujera los incrementos de tipos a la mitad, pasando a los 25 puntos básicos desde mayo.

Lagarde, sin embargo, se resiste a fijar un límite a las subidas. Se ha limitado a señalar que aún queda «terreno por cubrir», pero ha indicado que esa aproximación al ‘techo’ será «gradual». El elevado precio del dinero hace temer un enfriamiento de la economía, sobre todo en los países en los que los precios se han situado ya por debajo del 2%, como en España. Mientras, en Estados como Eslovaquia y Hungría, los precios se mantienen disparados más allá del doble dígito, a pesar de los intentos del BCE por contenerlos.

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