El alcalde de Nueva York pone tiendas de campaña en Central Park para inmigrantes
Hospitales, gimnasios y barcos son otras opciones para los más de 100.000 indocumentados
«No hay más sitio, hemos llegado al tope de nuestra capacidad», zanjó el miércoles el alcalde de Nueva York Eric Adams. «A partir de ahora todo irá cuesta abajo». Así de tajante resultó tras haber considerado «todas las opciones posibles» para cumplir con la obligación legal que tiene su ciudad de dar cobijo a los inmigrantes.
Pocas veces una tradición de asilo como la que encarna la Estatua de la Libertad con su antorcha como puño ha ahogado tanto a sus gobernantes. El ayuntamiento ha estudiado más de 3.000 posibles ubicaciones para albergar la friolera de 100.000 indocumentados que han llegado a la ciudad en el último año, desde tiendas de campaña en Central Park hasta barcos crucero, pero la mayoría de las opciones desatan indignación por parte de los habitantes o de las organizaciones que defienden a los migrantes. «Para quien quiera que nos diga que no a algún sitio, tengo una pregunta: ¿Dónde? ¡Dime a dónde debemos ir!», preguntó desesperado el alcalde en conferencia de prensa.
En la lista de casi 200 albergues que ha abierto el Ayuntamiento hay hoteles, gimnasios, tiendas de campaña, centros de convenciones y hasta estaciones de autobuses o terminales marítimas. Todo se queda corto. Cada semana llegan a Nueva York más de 2.000 nuevos inmigrantes, transportados gratuitamente desde Texas y otros estados republicanos de la frontera que han decidido poner a prueba el carácter hospitalario de las ciudades demócratas que se oponían a la construcción del muro.
Al principio se les recibió con los brazos abiertos. Los neoyorquinos siguen haciéndolo, pero sus autoridades advierten que habrá que recortar todos los servicios públicos que reciben sus habitantes para pagar lo que cuesta la generosidad. En mayo la estimación era que costaría 4.200 millones de dólares, cifra que el miércoles el alcalde revisó hasta los 12.000 millones a lo largo de los próximos tres años. En comparación, el presupuesto total de megalópolis es de 107.000 millones, por lo que el gasto adicional supone casi un 10% del total. O sea, más de lo que desembolsa la ciudad en recogida de basuras, limpieza de calles, parques y departamento de bomberos juntos. A ese ritmo, dentro de dos años se estima que el número de inmigrantes necesitados de albergue será el doble de los 56.000 que tiene ahora a su cargo. Y eso sin contar a otros 50.000 vagabundos y neoyorquinos en apuros que tiene en el sistema.
«Pensadlo bien», pedía el alcalde. «Ahora mismo puedes venir cualquiera desde cualquier parte del mundo a Nueva York y estamos obligados a darle casa, comida y colegio para sus hijos. Eso no es sostenible, no es racional».
El ayuntamiento disputa en los tribunales la obligación adquirida a través de la jurisprudencia para dar albergue a todos los recién llegados por tiempo ilimitado, mientras que las asociaciones de defensa del migrante no le dan respiro en el frente legal. La semana pasada el hotel Roosevelt, que se ha convertido en el nuevo Ellis Island donde se procesa a los recién llegados, llegó al techo de su capacidad.