Inteligencia Artificial y ‘blockchain’ para descubrir el origen de los productos
Cada vez más empresas lo usan para certificar que los productos son sostenibles
Es un proceso cada vez más habitual pero aún poco conocido por la sociedad. Muchas empresas están recurriendo a sistemas de tecnología avanzados para verificar el origen de los productos y certificar todo el proceso de producción. La Inteligencia Artificial y el ‘blockchain’ están permitiendo trazar el camino que siguen los productos desde su origen hasta su venta al público y ofrecer así más garantías a los clientes, que cada vez están más preocupados por la sostenibilidad y la calidad de lo que compran.
Todo como respuesta a la globalización y la creciente opacidad y abusos en las cadenas de suministro globales. De hecho, muchas empresas en Estados Unidos ahora están sujetas a nuevas normas que requieren demostrar que en la fabricación de sus productos no se han visto implicados trabajadores en condiciones de explotación de ninguna parte del mundo. Sobre todo después de que el Congreso estadounidense prohibiera hace un año comprar productos procedentes de Xinjiang (noroeste de China) por las condiciones de abuso laboral a las que, según sus investigaciones, están sometidas más de 100.000 personas de la minoría étnica de los uigures. El problema es que esta región produce el 85% del algodón chino y el 20% del que se vende en todo el mundo, por lo que es muy difícil que la ropa fabricada en China que se vende en Occidente no tenga su origen en Xinjiang.
Los propios clientes también exigen pruebas de que ciertos productos sean sostenibles y se hayan producido bajo todas las directrices éticas. Ocurre sobre todo con los productos de alta gama, desde los diamantes o el algodón orgánico, al atún o el marisco. De esta forma, las empresas ya no pueden depender de varias fábricas repartidas por el mundo, sino que deben poder explicar de dónde provienen realmente sus productos. Saben que es el precio a pagar si quieren acceder al mercado estadounidense.
Y esta es una tarea mucho más complicada de lo que parece porque las cadenas de suministro internacionales que las empresas han ido tejiendo en las últimas décadas para reducir costes son muy complejas.
Una multinacional puede hoy comprar piezas de millones de proveedores de todo el mundo, sobre todo por el auge de las fábricas de China desde el año 2000. A su vez, cada proveedor puede depender de otros cientos de empresas para fabricar esa pieza.