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España resiste la espiral de tipos con menos hipotecas y tirando del crédito rápido

S-Hogares y empresas han cambiado sus cuentas para digerir los intereses al alza a costa de usar más las tarjetas en su día a día

Un hombre pasa por delante de una oficina bancaria. LUIS TEJIDO

Publicado por
León

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La radiografía que van a dejar casi 24 meses de tipos disparados resultará menos borrosa de lo que el propio Banco Central Europeo (BCE) preveía cuando comenzó a elevar el precio oficial del dinero para hacer frente a la escalada de la inflación. Se mueve menos crédito, sobre todo en hipotecas e inversión empresarial; los ciudadanos destinan más dinero de sus presupuestos a pagar intereses; pero la economía no se ha enfriado tanto como para frenar una subida de precios que se ha visto más paralizada por la contención de la energía y los costes de las materias primas.

Los dos años que acumularán los ciudadanos con tipos elevados ha dejado un rastro de nuevas prácticas, más aún después de acostumbrarse a ocho años con los intereses por los suelos, desde 2014 a 2022. «Aunque la subida haya sido demasiado abrupta, lo cierto es que una cierta normalización de la política monetaria era obligada y lo realmente excepcional eran los tipos cero o negativos», explica Francisco Uría, socio responsable global de Banca de KPMG. Con los tipos pasando del 0% al 4,5% en apenas un año, los hábitos han cambiado por completo. «El efecto agregado ha sido un menor consumo, como es lógico, aunque con efectos muy diferentes para distintos tipos de bienes y servicios, así como una reducción de la demanda hipotecaria y la relacionada con proyectos de inversión», explica Uría.

De hecho, el volumen de créditos hipotecarios en vigor se encuentra en 496.000 millones de euros, un 4% menos que cuando comenzó la escalada de tipos. La menor demanda, y sobre todo una apuesta por la amortización, esto es, por quitarse lastre de las hipotecas, ha permitido a las familias contener sus gastos a pesar de la escalada de tipos.

También Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas, apunta a esta realidad derivada de las últimas decisiones del BCE. «Implica también una mayor retracción en la demanda de préstamos porque las expectativas de crecimiento económico y renta son menores».

Y no solo se ha reducido la demanda. También los bancos han ido virando sus políticas de concesión de créditos en un contexto con tipos como los actuales. Así lo reflejaba la última Encuesta de préstamos bancarios , de octubre de 2023, en la que se indicaba que los criterios de aprobación aplicados por las entidades de crédito a los préstamos o líneas de crédito «siguieron endureciéndose» en ese periodo. Y lo hacen por el aumento de la percepción de los riesgos relacionados con las perspectivas económicas y la situación de prestatarios concretos; la menor tolerancia al riesgo y la disminución de la liquidez de las entidades contribuyeron al endurecimiento. Todo un cóctel que ha derivado en más dificultades para acceder a una hipoteca por parte de las familias que, a su vez, han visto reducida su renta por la pérdida de poder adquisitivo como consecuencia de la inflación. En este sentido, desde la Asociación Usuarios Financieros (Asufin) aconsejan «blindarse en los tipos de interés» ante un escenario de subidas. Desde esta organización recuerdan que la regla de no endeudarse más de un 30% o un 35% de los ingresos «tiene que cambiar y reducirse». Y añaden: «Es preferible endeudarse mucho menos, en torno a un 20% o 25%, si es a tipo variable, para poder adecuarse a la subida de tipos, especialmente en los primeros años de la hipoteca». Sin embargo, la necesidad de tirar de créditos para el día a día se ha visto fortalecida a pesar de la espiral de tipos. Uría señala que «esta demanda de créditos al consumo se mantiene robusta». El volumen de préstamos en vigor se encuentra en los 188.000 millones, casi como hace año y medio, cuando el BCE autorizó la primera subida de tipos de esta nueva etapa. «Lo cierto es que el consumo ha resistido bastante, lo que ejemplifica las dificultades para contener la inflación», destaca Carbó.

Aunque este experto avisa de que «a medio plazo sí puede notarse, sobre todo porque la inflación ha sido persistente y la financiación con crédito al consumo se resiente por su mayor coste y riesgo».

Uno de los peligros de este ‘boom’ por la financiación al consumo es el repunte de la morosidad que está experimentando este tipo de créditos, frente a las hipotecas, al representar casi un 7% del total. Los dudosos de esta tipología superan ya los 3.000 millones, con un incremento de algo más de 200 millones de impago en tres meses, hasta el pasado mes de noviembre. Para Asufin, esta realidad «cumple la máxima de que lo último que dejas de pagar es la hipoteca.

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