España aprovecha el desplome de precios tras aprender a apagar la luz
El consumo no termina de remontar por el auge del autoconsumo
Hace apenas dos veranos las familias aprendieron a elevar la temperatura del aire acondicionado (recuérdese que, por cada grado adicional, baja un 8% el consumo de luz), los bares se encargaban de cerrar continuamente sus puertas y los centros comerciales accedieron a apagar sus escaparates por las noches. Todas aquellas prácticas, que tantos ríos de tinta y fricciones entre el Gobierno y la oposición conllevaron, son las que ahora provocan que el consumo de luz no despegue.
Ni siquiera con unos precios como los de los últimos tiempos, en mínimos históricos y con tramos del día en ‘negativo’, como esta semana. La demanda eléctrica (el consumo de luz que realiza el conjunto de la economía, desde los hogares a la gran industria) cayó un 2,3% el año pasado, la misma proporción que ya descendió en 2022, en plena crisis energética tras la invasión de Ucrania. A día de hoy, ese consumo es aún inferior al que registraba España en 2019, antes de la pandemia. Siendo una variable que siempre iba aparejada al crecimiento económico, ¿por qué no tira la luz mientras que el PIB sí lo hace?
Para Antonio Delgado, CEO de Aleasoft, la caída de la demanda se explica «por el aumento de la eficiencia energética, en parte voluntaria y por los avances en la tecnología, y en parte forzada por los altos precios» de la luz; también por «el aumento del autoconsumo» y por la menor actividad industrial. A pesar de esta realidad, ya hay «primeras señales de una posible recuperación paulatina», indica, gracias a unas tarifas mucho más normalizadas.
Consumidores precavidos
Tal fue la insistencia con ahorrar luz en el peor momento de precios que los españoles aprendieron la lección con creces. Desde Aelec (Asociación de Empresas de Energía Eléctrica) apuntan a ese aumento de la eficiencia como una causa del menor consumo. «Los consumidores reaccionaron a la crisis y se volvieron más precavidos con cuándo y cómo hacían uso de la energía», indican en la organización. Todo cuenta: moderar las temperaturas de los aparatos, usar los modos ‘eco’ en electrodomésticos, hacer un uso intensivo de la luz en las horas baratas... y ser mucho más precavidos a la hora de contratar una tarifa adecuada.
Cuando en el verano de 2022 el precio del kilovatio/hora (kwh) alcanzó puntas superiores a los 0,40 euros y las facturas mensuales medias superaban con creces los 100 o 120 euros, muchos consumidores decidieron cambiarse del mercado regulado a alguna de las opciones que las eléctricas les ofrecían en el libre.
Fue entonces cuando el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, les recordaba cómo era mejor una modalidad con precio estable que un PVPC disparado como estuvo entonces. En los dos últimos años, casi dos millones de hogares han abandonado esa modalidad de precio regulado, cuyo coste varía cada día y cada hora. Entonces, pagaban hasta el doble que en cualquiera de las mejores modalidades del mercado libre.
Pero ahora, con los precios de generación casi en cero euros, las tornas han cambiado. Los 8,5 millones de usuarios de tarifa PVPC (un 3% del total) se benefician de un coste de la luz casi irrisorio, de apenas cuatro o cinco céntimos de euro por kwh, al sumar los costes fijos al precio de 0 euros de generación. Sin embargo, quienes están en el mercado libre están pagando, como poco, diez céntimos por kw consumido. ¿Cuál es la mejor opción? Los expertos energéticos defienden que ahora es el momento de renegociar los contratos libres para presionar a la baja a las compañías eléctricas. También existe la opción de irse al mercado regulado, que es más barato estos días, aunque se corre el riesgo de tener que asumir cualquier repunte inesperado de la luz en sus propias facturas.
Sin vaivenes
Además, el PVPC es cada vez más estable, como las tarifas libres, con el nuevo sistema de formación de precios, precisamente ideado para evitar vaivenes como los de hace dos años.
La instalación de placas fotovoltaicas en tejados particulares también ha cambiado los registros de demanda eléctrica. En 2022 se alcanzó un pico de 2,5 gigavatios (GW) aunque el año pasado la instalación fue de 1,7 GW. El presidente de UNEF, José Donoso, destacaba esta semana que hay que «considerar como un año pico el de 2022, debido a sus circunstancias excepcionales», una referencia a que los altos precios de la luz impulsaron a muchos hogares a establecer sus propias instalaciones.