El furor por las salidas a Bolsa tras dos años de sequía se topa con la tensión geopolítica
El éxito o el fracaso del debut de Puig será vital para que empresas como Volotea o Tendam aceleren sus planes de cotizar en el mercado
Hay apetito. Los inversores tienen ganas de aire fresco en el mercado español tras dos años de auténtica sequía que han impedido diversificar riesgo y perpetuar la enorme dependencia de la Bolsa de sectores como banca, energía y construcción. La operación anunciada por la firma de cosmética Puig esta semana resulta crucial en este sentido.
Primero, por su valoración, con un rango de precios que situaría la capitalización de la compañía entre los 13.900 millones y un mínimo de 12.700 millones. Se trata de la mayor oferta desde la de AENA en 2015 y sitúa el valor de la empresa por encima del de ACS o el de IAG y a las puertas de los 18.000 millones que capitaliza Repsol. Segundo, porque si sale bien, su estreno será la llave para que otras grandes empresas en la pista de salida aceleren sus planes de debut. Cabe recordar que el último gran estreno en el parqué nacional fue el de Opdenergy en 2022.
Pero hay que remontarse mucho más allá para rememorar las grandes colocaciones que hace una década protagonizaron Endesa, Applus, Talgo o Cellnex. «Por lo general, las salidas a Bolsa se producen cuando hay un ciclo alcista del mercado, porque los accionistas quieren colocar al máximo precio posible para sacar rentabilidad y, con lo que hemos corrido ya, es el momento adecuado», explica Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance. «Todo lo que tenga que ver con sectores que lo están haciendo bien, también en Europa, como el lujo o el turismo, será bien acogido por los inversores», insiste.
Y son precisamente varias de estas empresas las que, según confirman fuentes financieras, tienen más avanzados sus planes de estreno para 2024. «Las condiciones del mercado han mejorado muy sensiblemente tras una fuerte recuperación de las bolsas en un contexto de menor inflación y expectativas de posibles bajadas de tipos de interés sin que se haya materializado la temida recesión», añaden desde BBVA Corporate & Investment Banking en un reciente análisis. Una normalización del ciclo que, según coincide Alvargonzález, contribuye a que las empresas vuelvan a plantearse acudir al mercado para seguir creciendo. Entre los nombres que se barajan destaca el del grupo de moda Tendam, dueño de marcas como Cortefiel, Women Secret’s, Pedro del Hierro o Hoss Intropia, cuya valoración podría rondar los 2.000 o 2.500 millones de euros.
Sector turístico
Una cifra inferior a los 4.000 millones que, según los analistas, podría llegar a capitalizar Hotelbeds, que recientemente decidió retrasar a finales de año su debut. En el radar de los inversores también está Europastry, una empresa líder en el sector de masas de pan congeladas, que ya intentó dar el salto en 2007 y en 2019. Ahora la empresa propiedad de la familia Gallés quiere aprovechar la mejora de sus resultados —con un crecimiento en sus ventas del 20% el pasado año— con el fondo MCH planeando colocar el 20%_que tiene en la compañía.
El tirón del sector turístico también anticipa la llegada al mercado de otras firmas que llevan tiempo en compás de espera para buscar financiación. Una de ellas —sobre la que hay mejores perspectivas— es la aerolínea con sede en Asturias Volotea, cuyo consejero delegado, Carlos Muñoz, ya ha confirmado la operación, aunque a la espera de que se den las condiciones adecuadas y, sobre todo, que las salidas a Bolsa de las grandes empresas vayan abriendo las puertas del mercado a las de menor tamaño. Por eso la operación de Puig resulta crucial. De momento las cosas pintan bien, después de que la compañía haya conseguido, en apenas unas horas, cerrar la demanda suficiente para completar el total de su oferta. La euforia es absoluta. Pero algunas voces llaman a la prudencia, recordando que los shocks externos han paralizado en otras ocasiones operaciones que estaban prácticamente hechas. Las más recientes, las de Cosentino o Cirsa, que aplazaron su debut en plena tormenta financiera por la caída de la banca regional en EE UU hace poco más de un año. La incertidumbre se centra ahora en la tensión geopolítica en Oriente Próximo, que amenaza con hacer menos atractivo el mercado para una venta que se acople a las expectativas de rentabilidad de los accionistas. «Los inversores deben procesar las consecuencias del conflicto, que podría impactar en la economía global con el incremento del precio del crudo, factor inflacionista que condicionaría a los bancos centrales», advierte Juan José Fernández-Figares.