El Banco de España alerta sobre la creciente brecha generacional
Los jóvenes se quedan sin casa mientras sus padres acumulan cada vez más propiedades
Las dos crisis económicas derivadas de la pandemia y de la inflación tras la guerra de Ucrania han dejado una sociedad mucho más desigual que la que había antes con una clara línea divisoria: la de los jóvenes y los hogares con menos posibilidades frente a la de sus padres y familias con mayor patrimonio. En el primer caso, disponen de menos renta y una situación económica agraviada por la falta de vivienda. Mientras que en el otro grupo concentran cada vez más dinero, lo que les sirve incluso para hacerse con una parte del mercado inmobiliario más allá de sus viviendas habituales.
El panorama de la vivienda es uno de los más sombríos que ha mostrado hasta ahora la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, donde se constata el continuo descenso de hogares propietarios de casas, que ha pasado de casi un 74% en 2020 a un 72% dos años después. Aunque el supervisor bancario apunta que hay «caídas generalizadas» en toda la población, destaca cómo la tasa de propiedad de los más jóvenes —de quienes tienen menos de 35 años— se ha desplomado hasta representar apenas un 31,8% del total. Es decir, ni siquiera un tercio de los jóvenes disponen de una vivienda propia, cuando hace una década era más de un 60% de este colectivo.
Al mismo tiempo, sus progenitores, o al menos el colectivo de población que supera los 55 años de edad, sí que acumulan en su patrimonio viviendas en propiedad de forma prácticamente unánime. Así ocurre entre quienes van acercándose a la jubilación o bien ya se encuentran retirados, con un porcentaje de propiedad de viviendas que supera ampliamente el 80%.
En todos estos movimientos del ladrillo se está dando un cambio especial que afecta a los mayores de 55 años pero que tiene impacto en el resto de la sociedad. Aunque la vivienda principal es el principal activo de los españoles, cuyo valor representa más de la mitad de su patrimonio, «va perdiendo peso relativo en favor de otras propiedades inmobiliarias y negocios a medida que aumenta la riqueza neta», según el Banco de España. Es decir, que una parte de la población acumula cada vez más segundas y terceras residencias, además de garajes, solares y otro tipo de activos inmobiliarios en su patrimonio. De hecho, después de la vivienda principal, los dos activos de mayor peso son los constituidos por otras propiedades inmobiliarias, que representaban el 35,7% de los activos reales, y por los negocios relacionados con actividades por cuenta propia de algún miembro del hogar, que suponían el 10,1% de los activos reales.
Además, son los hogares con menos recursos los que también van perdiendo la capacidad que antes tenían para acceder a un piso o casa propios. El Banco de España constata que entre las familias con menos ingresos apenas un 55% se encuentra en esa situación, frente a la media del 72% del conjunto de España o el 90% de los que más tienen.