Los precios de la eurozona subieron en julio un 0,2 % menos que en España
La inflación de los países del euro se sitúa en el 2,6% y la española en un 2,8 por ciento
La tasa de inflación de la zona euro empezó a moderarse a finales del año pasado tras los máximos vividos con el estallido de la guerra de Ucrania en febrero de 2022. El índice de precios (IPC) volvió a repuntar en el mes de julio, una décima por encima que en junio, hasta el 2,6%. Según los datos confirmados este martes por la oficina de estadística comunitaria Eurostat, en el conjunto de la Unión Europea (UE) la tasa repuntó al 2,8%, dos décimas más que la subida de junio.
Esta es la misma tasa que presenta España en julio, un nivel de inflación que posiciona a nuestro país por encima de la media de la eurozona, con las grandes potencias como Francia, Alemania o Italia con un nivel de inflación menor.
El repunte de los precios en la eurozona se debe al alza de la energía un 1,2% y de los alimentos, un 1%, aunque son tres décimas menos que en el anterior. Al descontar el impacto de la energía sobre los precios, la tasa de inflación se moderó en julio una décima al 2,7%, mientras que la tasa subyacente (que excluye también el coste de los alimentos frescos) se mantuvo en el 2,9% por tercer mes consecutivo. En este caso España sí mejora los datos de la eurozona, ya que ha logrado rebajar su inflación subyacente al 2,8%, su nivel más bajo desde enero de 2022, antes de que estallara la guerra de Ucrania.
Entre los 27 países de la UE, la inflación cayó en nueve respecto a hace un año, se mantuvo estable en cuatro y aumentó en 14, entre los cuales España. Las tasas anuales de inflación más bajas de julio se registraron en Finlandia (0,5%), Letonia (0,8%) y Dinamarca (1%), mientras que las tasas más altas se registraron en Rumanía (5,8%), Bélgica (5,4%) y Hungría (4,1%).
Los registros siguen siendo elevados y el Banco Central Europeo (BCE) decidió no mover ficha en su última reunión de mediados de julio y mantener los tipos de interés intactos en el 4,25%. La opinión que dieron en ese momento los economistas del banco central es que las presiones inflacionistas «siguen siendo intensas» en la eurozona.