Diario de León

OPINIÓN Manuel Portela

La economía del 2003

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Si en estos momentos hay una pregunta incómoda es la de la previsión sobre el próximo futuro económico. No sólo es por la incógnita acerca de la guerra por Irak. En el último trimestre del año los indicadores positivos dejaron de ser mayoría y los negativos minoría, reflejando un moderado empeoramiento de la situación de la economía mundial. Y con ella, la opinión de empresarios y consumidores. Ya en noviembre pasado el FMI, la OCDE y la Comisión Europea tuvieron que revisar a la baja sus anteriores previsiones, aunque, como corresponde a su estilo «responsable», han mantenido el anuncio de una mejoría, discreta y lenta, para un momento indefinido de «mediados» del 2003. Parece un calco de las previsiones fracasadas que, a finales del 2001, se hicieron para el 2002. Los analistas consideran que la economía va a mantener con dificultad ritmos de crecimiento superiores al 2% durante el primer semestre del año. Con ese crecimiento tan débil es difícil mantener el ritmo de creación de empleo, las decisiones importantes de inversión o la calidad crediticia de las empresas endeudadas. La política económica ha abandonado el control de la inflación para centrarse en el estímulo del crecimiento. La inflación habría dejado de ser un problema y habría surgido otro, que es el riesgo de la deflación. Por eso los Gobiernos intentan sortear las restricciones al crecimiento del déficit y la deuda públicas. Por eso se abandonan las cautelas que enseña la teoría económica aplicando a la vez todas las políticas que aumentan la liquidez (expansión monetaria, reducción impositiva y ayudas fiscales a la inversión) sin tener en cuenta las medidas anticíclicas que ayuden a restaurar a medio plazo el equilibrio macroeconómico. En España ni siquiera hay ya polémica acerca de la credibilidad de las cifras de crecimiento económico planteadas en los Presupuestos para el 2003. Es probable que el Gobierno tenga que ceder en varias de las políticas que ha venido manteniendo, como ya ha sucedido con el abandono de la lucha antiinflacionista o del calendario de cumplimiento del objetivo del déficit «cero». Hay algo que no encaja si en Alemania las tiendas están vacías y en España los restaurantes tienen cola de espera. Alguno de estos dos hechos está equivocado y va a ser corregido.

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