Diario de León

OPINIÓN Manuel Portela

Suben y bajan los precios

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León

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Vienen ahora unos cuantos meses en los que la tasa de crecimiento de la inflación tenderá a ser más baja de lo acostumbrado. Por ejemplo, el IPC de abril, medido en términos interanuales para evitar la distorsión de la entrada o salida del periodo de rebajas, se ha reducido en seis décimas respecto del de marzo (3,1%), cifra que no se veía desde hace trece meses. Esta fuerte desaceleración del ritmo inflacionista es un efecto, perfectamente conocido y esperado, de varios factores: la caída de los precios del crudo por el final de la guerra, la de los precios de los alimentos frescos de temporada, la favorable comparación con las cifras del mismo mes del año anterior (afectados por el redondeo del euro y el incremento de impuestos indirectos) y la falta de presión de la demanda interna. Sin embargo, en términos de variación mensual, el IPC ha subido un importante 0,8%. Ello es debido tan sólo a la ponderación de la variación de precio de cada producto: la subida del precio de la ropa (un 9,3%) y del calzado (7,5%) ha tenido unas repercusiones de 0,643, 0,140 respectivamente, mientras que la bajada de un 4,2% en «Carburantes y lubricantes» ha tenido una repercusión de -0,232. Gracias a este juego de ponderaciones la tasa mensual de la inflación ha crecido en ocho décimas. No hay que hacer mucho caso del IPC mensual y sí hacerlo del IPC interanual. La ligera tendencia «bajista» de esta última tasa va a ser constante hasta bien entrado el otoño, porque incluso los precios de hostelería y otros servicios turísticos van a verse afectados por la atonía de la demanda. En cualquier caso, el IPC seguirá siendo muy dependiente de la incierta evolución del precio del crudo y de su traslado, también muy errático, al de los carburantes. Para que la actual desaceleración económica pudiera ser beneficiosa sería preciso que la inflación se contuviera mucho más y más rápidamente. No resulta muy lógico que la desaceleración de la demanda sea compatible con una tasa tan elevada del crecimiento de la inflación (el sempiterno problema de los «canales de comercialización»). Va a ser una tarea imposible porque el Gobierno la dificulta con la rebaja de impuestos y el BCE, dada la apreciación del euro y la fuerte desaceleración económica de Alemania y Francia, va a tener que volver a reducir los tipos de interés. Sería necesario que España no abandonase la política presupuestaria restrictiva.

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