OPINIÓN Lorenzo Bernaldo de Quirós
Las bonanzas del déficit cero
Los datos sobre la ejecución presupuestaria del Gobierno son una magnífica noticia. Mientras Alemania anuncia que su déficit público será el doble que el previsto, España se encamina hacia el equilibrio presupuestario por tercer año consecutivo después del elevado superávit cosechado por el Estado en el período enero-abril, el 1,5% del PIB. Lejos de ser una obsesión ideológica del ministro Montoro, como proclaman sus críticos, la estrategia de déficit cero elegida por el Gobierno se ha convertido en una de las piedras angulares que determinan la positiva evolución de la economía española en medio de un clima tan incierto como el actual. Sin un presupuesto equilibrado, el Gobierno no hubiese podido reducir los tipos impositivos del IRPF. Este medida ha aumentado la renta disponible de las familias, su capacidad de gasto, lo que es uno de los factores fundamentales que explica el mantenimiento del consumo privado y, por tanto, el diferencial de crecimiento español con sus socios de la UEM. Esta situación contrasta con la de Francia y la de Alemania, imposibilitadas de bajar impuestos a causa de sus agujeros presupuestarios y sumidas así en una coyuntura económica recesiva en un caso y al borde de la recesión en el otro. Corren malos tiempos para Chirac y Schroeder. Las reformas fiscales emprendidas por el Gobierno muestran que el viejo Laffer, el de la famosa curva, tenía razón: un recorte impositivo estimula la actividad económica y, en consecuencia, el Estado recauda más aunque los impuestos sean más bajos. Esta sabia doctrina ha constituido la base de la política económica del Gobierno que ha mostrado de manera contundente cómo es posible disminuir a la vez la carga fiscal soportada por los ciudadanos y cuadrar las cuentas públicas; circulo virtuoso al que España le debe el poder sortear con relativa comodidad estos tiempos de turbulencia.