OPINIÓN
En mínimos
EL BCE HA CUMPLIDO con las expectativas de políticos y empresarios. Hay quien dice que no tenía más remedio que rebajar medio punto los tipos de interés porque el impulso apreciador del euro había anulado los efectos sobre el crecimiento de las dos últimas reducciones. Pero hay quien dice que no ha hecho más que restaurar las condiciones monetarias al punto de su anterior objetivo. ¿Por qué ahora? Porque han empeorado los nuevos datos sobre la situación económica (el crecimiento del PIB se ha estancado, con cuatro importantes economías en decrecimiento), se ha reducido la incertidumbre derivada de la guerra por Irak y Duisemberg ya sabe que continuará un año más en el puesto (debía abandonarlo en julio próximo). Puede actuar con un horizonte más amplio para tomar decisiones. Por ejemplo, tener más en cuenta las ventajas de reducir los tipos de interés que los inconvenientes que ello produce. Las ventajas parecen claras. Al bajar los tipos disminuye el diferencial para con los de los EE?UU, con lo que lograría limitar el flujo de fondos que aprecia el euro (puede que la Fed se haya comprometido con el BCE a no bajar más los tipos de interés en los EE?UU. También quizás se favorezca el incremento del consumo y de la inversión, si es que se reduce el coste de la deuda de particulares y empresarios, algo que depende de que se renueve rápidamente la deuda con los bancos y éstos trasladen dicha rebaja a los préstamos nuevos. Por contra, los inconvenientes radican en el incremento de los desequilibrios entre las economías: si no existiera el BCE, los intereses en Alemania estarían ahora en el 1,50%, mientras que en España serían no menos del 5,0%. Como dice Welteke, «a política monetaria no es un instrumento para revertir los ciclos económicos».