Diario de León
Publicado por
Mercedes Mora
León

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Hace apenas tres años, las cuentas públicas de Estados Unidos lucían un superávit de 250.000 millones de dólares (unos 230.000 millones de euros al cambio de ayer). Ahora, los cálculos de la Oficina Prespuestaria del Congreso estadounidense apuntan a que el déficit alcanzará este ejercicio los 401.000 millones de dólares, batiendo así de lejos el récord de 290.400 millones estable-cido en 1992. Y lo peor puede estar por llegar. Tanto es así que, para los próximos diez años, el órgano presupuestario prevé que el agujero de las cuentas públicas se agrande hasta los 1,4 billones de dólares. Dos son los elementos fun-damentales que han llevado al Gobierno de Bush a dilapidar en tan breve período de tiempo el superávit heredado de la Administración Clinton. Por un lado, una agresiva política de recorte de impuestos, algo a lo que Bush es adicto desde su época de gobernador de Texas, que ha privado a las arcas públicas de la nada despreciable cifra de 350.000 millones de dólares. Por otro, la obsesión del presidente estadounidense por la seguridad nacional, exacerbada tras los atentados terroristas del 11-S. No en vano, la partida de gastos que más ha crecido (hasta un 25%) en el último año es la destinada a defensa, que ya representa un 3,8% del PIB de EE. UU., porcentaje récord desde 1994. Todo parece indicar que pueda agravarse. En primer lugar, los cálculos de la Oficina Presupuestaria parten de la hipótesis de que los recortes de impuestos ex-piren en el 2010, tal y como está previsto. Pero los analistas dudan de que ningún Gobierno se atreva a subir esos mismos tributos después de esa fecha. Además, las cifras no incluyen los 400.000 millones de dólares que la Administración Bush tiene previsto destinar, en caso de que se apruebe, a su ambiciosa reforma del Medicare (el sistema de sanidad pública para personas discapacitadas y para los mayores de 65 años. Los cálculos no incluyen el coste de la intervención en Irak. El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoce que EE.UU. tiene que adoptar medi-das urgentes para recortar el déficit. Si no lo hace, tendrá dificultades para atender las demandas derivadas del envejecimien-to de la llamada generación del babyboom y corre el riesgo de desincentivar la inversión y dañar la productividad.

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