Schröder pide flexibilizar las demandas a París por su situacióneconómica
El canciller alemán, Gerhard Schröder, pidió ayer que la próxima reunión de ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) de la UE del 25 de noviembre atienda las «inquietudes justificadas» de Francia por su situación económica. En rueda de prensa posterior a la cumbre hispano-germana de Berlín, el mandatario alemán subrayó que es «importante» que la posición del Gobierno galo de «lograr crecimiento sin dejar de lado la estabilidad», sea correspondida por los Quince. Schröder señaló que el objetivo de Alemania no es poner «en tela de juicio o modificar» el Pacto de Estabilidad y Crecimiento dentro de la UE, sino que se lleve a cabo una «interpretación flexible» que combine ambos parámetros. «El Gobierno francés parte también del hecho de que no se pone en tela de juicio el Pacto», añadió. Por su parte, el presidente del Gobierno, José María Aznar, afirmó comprender las «coyunturas» que pueden surgir en algunos países, caso de Alemania o Francia, e impedir un crecimiento de sus economías, pero reclamó que se mantenga la «coherencia» del Pacto en aras de la «credibilidad económica y política» de la UE. Esfuerzo político Asimismo, resaltó el «esfuerzo» político llevado a cabo por el Ejecutivo de Schröder con sus reformas económicas y sociales en Alemania, encuadradas dentro de la denominada Agenda 2010. «Para todos es muy importante que un país como Alemania, que representa el 30% de la economía europea, se recupere pronto y de un modo duradero», manifestó Aznar, quien calificó de «muy relevante e importante» que las previsiones macroeconómicas de los últimos tres meses apunten a una recuperación económica en Alemania y otros países europeos. Los ministros de Economía y Finanzas de la UE se separaron este martes sin alcanzar a disipar la impresión de que existen dos raseros en Europa para medir las posiciones presupuestarias conflictivas con el Pacto de Estabilidad: el de las grandes economías, como la francesa, que hacen aguas por voluntad propia, y el de los pequeños, como Portugal, obligados a tomar medidas muy severas en plena recesión.