Los bancos bajan un 80% las comisiones del dinero que envían los inmigrantes

Bancos y cajas disputan a las empresas de envío de dinero al exterior, coloquialmente conocidas como remesadoras , un mercado que supera el millón de clientes. Esta competencia, todavía en sus inicios, ha hecho bajar los precios de las comisiones drásticamente, hasta un 80% (desde 36 a 4 euros en algunos casos) y el sector español del crédito comienza a difundir las ventajas que representa el uso de canales financieros tradicionales. El coste del tipo de cambio se abarata de forma sensible en las operaciones, y los países de origen pueden aplicar líneas de crédito para el desarrollo sobre la bases de las remesas que reciben. Los bancos y las cajas ya han percibido la importancia de la fuerte entrada de inmigrantes. Por sus características, no es un segmento de mercado muy conocido, pero los datos siquiera parciales presentan gran interés para unas entidades volcadas a la conquista del mercado doméstico. Tres de las grandes entidades han puesto en el millón de clientes nuevos su horizonte de expansión para los años inmediatos, y esta es justamente la cifra de inmigrantes que podría entrar en el circuito de las entidades de crédito a medio plazo. Un estudio que acaba de publicar Joaquín Aranda, de Caja de Ahorros de Murcia, en el monográfico de la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas), estima, con datos del Anuario de Extranjería 2002, que, excluidos los residentes procedentes de la UE y del Espacio Económico Europeo, pueden considerarse inmigrantes 961.143 personas residentes en España. Esa cifra se ha visto ampliamente superada con la reciente actualización del padrón. Los inmigrantes -revela el informe- empiezan por devolver las deudas contraídas para llegar a España. Después envían dinero a sus familiares -en esa fase se encuentran la mayor parte-, y a continuación abren una libreta o cuenta cuando disponen de una fuente de ingresos o tienen que realizar pagos periódicos. Utilizan con profusión el cajero (sus horarios les impiden acceder a oficinas bancarias), pero si aspiran a obtener una tarjeta de crédito o un préstamo hipotecario, tropiezan con la dificultad de presentar una garantía real.