Los choques entre trabajadores de Izar y policía se saldan con 40 heridos

Las protestas de los trabajadores de los astilleros españoles no cesan. Los enfrentamientos se han repetido ayer en diversas localidades andaluzas para reclamar un nuevo convenio colectivo. En Sevilla se registraron 40 heridos entre los trabajadores de Izar según los sindicatos, aunque la delegación de Gobierno sólo los cifra en 12 miembros de la policía y tres trabajadores. Pero las posiciones parece que se van acercando, así mientras los sindicatos piden el mantenimiento de centros y plantilla por cuatro años la empresa propone la firma de un convenio hasta 2006, que incluya el arbitraje como vía para la resolución de conflictos. El presidente de la SEPI, Ignacio Ruiz-Jarabo, advirtió a los trabajadores de que «la imagen de conflicto no favorece para conseguir la contratación de barcos», por lo que apeló a la «responsabilidad sindical» para llegar a un acuerdo y recuperar la «normalidad». Según explicó, los armadores cuando contratan quieren un buen precio y calidad, «pero también tranquilidad». Ruiz-Jarabo señaló que la negociación del convenio de Izar está en «una encrucijada difícil» por el «desmesurado» incremento salarial que reclaman los sindicatos (6,8 por ciento para 2003) e insistió en que la solución es el arbitraje. En un comunicado de prensa, Izar indicó que el convenio plurianual incluye el arbitraje como vía para «dirimir» situaciones como la actual, en la que la negociación está bloqueada después de diez meses de reuniones. En la reunión de ayer, la empresa anunció a los sindicatos que hoy, en un nuevo encuentro, presentará las fórmulas concretas de flexibilidad que se requieren para poder optar, «con probabilidades de éxito», a la contratación de un nuevo barco para el astillero de Sestao, mientras que la negociación del convenio continuará hoy. «En los próximos días», añade Izar en la nota, se presentarán las fórmulas de flexibilidad para los astilleros de Fene, Gijón y Puerto Real». En el comunicado, Izar insiste en que el aumento salarial que piden los sindicatos de un 6,8 por ciento es una «grave losa», ya que supone la pérdida de un 1,5 por ciento de competitividad en términos de precio. Además, hizo un llamamiento a los trabajadores para que abandonen la violencia como método de presión.