Fiat pierde al último de los Agnelli

Umberto, el último de los Agnelli, murió poco antes de la medianoche de ayer a los 69 años en su casa de Turín. Con él desaparece el apellido que ha marcado la historia de la economía italiana del último siglo, es decir, los más de 100 años de vida de la Fiat. La famosa casa automovilística ha sido el corazón de la industria y las finanzas italianas, y hasta ayer siempre ha tenido un nombre propio, Agnelli. Casi exclusivamente se asociaba a Giovanni, el Avvocato (abogado), el popular y carismático jefe de la familia, pero su muerte en enero de 2003, entregó el testigo a Umberto. Él era el hermano pequeño, de carácter discreto y reservado. Umberto era el Dottore , un concienzudo trabajador al sobrio estilo turinés. De aire más triste, a Umberto también le alcanzó la leyenda de la tragedia familiar con la muerte de su hijo mayor. Falleció con sólo 33 años por un raro tumor cuando él era el futuro de los Agnelli. Umberto lo ha sido apenas un año, cuando cayó en sus manos la responsabilidad de salvar Fiat en el peor momento de la historia. Y lo estaba consiguiendo. Su muerte ha sido inesperada, porque hace sólo 20 días que había trascendido que padecía un linfoma. Se trata de un duro golpe a la firma, porque aglutinaba el equipo que ha vuelto a apostar por la tradición de la familia, fabricar coches, y vender lo necesario para reflotar el negocio. El timón queda ahora a merced de un consejo capitaneado por Giuseppe Morchio. Sin embargo, las miradas se dirigen hacia los sucesores de la dinastía. Son los nietos, John y Lapo Elkan. El primero es el heredero designado por el Avvocato . Es aún muy joven y la incertidumbre rodea desde ayer el destino de Fiat, pero la familia acostumbra a curtir a sus futuros líderes desde muy pronto.