Los metalúrgicos de Cuenca trabajan 95 horas anuales más que los vizcaínos
Los trabajadores del metal contabilizaron una jornada media en el 2003 de 1.766,58 horas, unas tres horas menos que el año anterior. La evolución del mercado laboral del sector acortó las distancias territoriales registradas en ejercicios anteriores, pese a que las diferencias entre las provincias continuaron de manera significativa. Trabajó mucho más un metalúrgico de Cuenca que uno de Vizcaya. Alrededor de 95 horas (siempre anuales) separaron su actividad. Las variaciones se encuentran recogidas en un libro editado por la patronal, Confemetal, que describe la situación del sector en el 2003 a través de los convenios provinciales y su comportamiento en los últimos años. La jornada media en el 2002 fue de 1.769,72 horas. Los que más trabajaron fueron los metalúrgicos de Badajoz y los que menos, los de Guipúzcoa y las diferencias llegaron hasta las 115 horas. Los empleados del metal de Cuenca desarrollaron en el 2003 1.803 horas, es decir, superaron la media en 36,42 horas. Por el contrario, los de Vizcaya, se limitaron a 1.708 horas, 58,58 horas por debajo de las 1.766,58 horas estatales. Cal y arena Confemetal da una de cal y otra de arena a sus empresas asociadas. Arremete contra los dirigentes de las compañías porque la reducción de la jornada laboral es «de todo punto desaconsejable». En su opinión, conlleva «inequívocamente un incremento de los costes, una disminución del crecimiento económico y un deterioro de la competitividad de las empresas». Asimismo, cree que repercute de forma negativa en el empleo, «aunque existen planteamientos en esta línea que defienden el llamado reparto del trabajo», en alusión a las tesis sindicales. El descenso del horario anual superó las 24 horas en la última década. Así en 1993, los metalúrgicos trabajaron una media de 1.791,01 horas, mientras que en 1998 la jornada bajó a 1.784,04 horas. También valora Confemetal el tratamiento que los negociadores empresariales dan a la jornada a lo largo de las últimas mesas colectivas, y resalta las posibilidades abiertas con la reforma laboral impuesta por el Gobierno de 1994 que permitió flexibilizar su cómputo.