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La Audiencia Nacional condena a seis años de prisión a Benedicto Alfaro

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efe | madrid

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La Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha condenado al empresario Benedicto Alfaro, propietario del ya desaparecido grupo de distribución alimentaria Alfaro, a 6 años de prisión por un «delito continuado de estafa de especial gravedad y con aprovechamiento de credibilidad profesional». Según la sentencia a la que ha tenido acceso Efe, Benedicto Alfaro estafó al intermediario financiero Baltasar Egea más de 9 millones de euros al principio de la década de los 90, lo que condujo al broker al suicidio, tras matar a su mujer e hijo, en mayo de 1993. La Audiencia Nacional también condenó a Benedicto Alfaro a indemnizar a 132 perjudicados por la estafa con el pago de en torno a 9 millones de euros, más los intereses, aunque le absolvió de un delito continuado de falsedad de documento mercantil y de apropiación indebida. La Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional considera probado que Benedicto Alfaro acudió, a comienzos de los años 90, al intermediario financiero Baltasar Egea para captar financiación para su grupo, que en aquella época atravesaba una situación económica «crítica». Dinero negro Según la sentencia, Alfaro consiguió que Egea le entregara entre los años 1990 y 1992 más de 1.500 millones de las antiguas pesetas (9 millones de euros) de pequeños inversores particulares, a cambio de unas letras que no pensaba satisfacer, debido a que el empresario era conocedor de que se trataba de «dinero negro» que no podría ser reclamado por los cauces legales. El Tribunal considera que Benedicto Alfaro se aprovechó de su «credibilidad profesional» al aparentar ante Egea «que su grupo disfrutaba de una solvencia y liquidez de la que realmente carecía». Sin embargo, ante la persistencia de los problemas económicos del Grupo Alfaro, el empresario comenzó a «dilatar el cumplimiento de las obligaciones que asumió» y se negó a satisfacer los créditos a partir de 1992, continúa el escrito. La Sala apunta que Baltasar Egea, «ante una situación tan crítica, pues tenía que satisfacer lo debido a los inversionistas», decidió poner fin a su vida tras matar a su esposa e hijo.