El euro roza el máximo histórico y suaviza el impacto del petróleo

Los persistentes desequili-brios de la economía de Estados Unidos -con un preocupante ensanchamiento del déficit comercial y una insuficiente entrada de flujos de capital extranjeros para compensarlo-, y los síntomas de debilidad en el crecimiento que evidencian los últimos datos publicados al otro lado del Atlántico se han convertido en un pesado lastre para la cotización del dólar. La balanza comercial estadounidense registró un déficit en agosto de 54.000 millones de dólares, muy cerca del récord de 55.021 de junio. Para compensar este agujero, la primera economía del mundo necesita una inyección diaria de fondos extranjeros de 2.000 millones de dólares. En agosto, sólo con-siguió atraer 59.000 millones, la cifra más baja desde octubre del 2003. Las peripecias del dólar Así las cosas, y a la espera de la decisión que tome la Reserva Federal en su reunión del próximo 10 de noviembre, el dólar volvió a cotizarse ayer por encima de las 1,26 unidades por euro, el nivel más bajo de los últimos ocho meses, cerca ya del mínimo histórico de 1,29 alcanzado en febrero. La escalada del petróleo supone otro importante obstáculo para el dólar, por cuanto que amenaza con agrandar aún más el agujero de la balanza comercial al encarecer las importaciones. Para Europa, sin embargo, la depreciación del dólar se convierte en una herramienta para compensar la imparable subida del oro negro, que se paga en dólares. La cotización del brent -la referencia en Europa- alcanzó un máximo en la sesión de ayer de 51,14 dólares por barril, impulsado por el temor a que el gasóleo de calefacción escasee este invierno tras la inesperada y persistente caída de las reservas en Estados Unidos. Los inventarios americanos de gasóleo (que incluyen el de calefacción y el de automoción) han bajado ininterrumpidamen-te durante las últimas cinco semanas. La pasada cayeron en 1,9 millones de barriles, hasta los 119 millones, con lo que se sitúan un 8% por debajo de la media histórica. Y eso que, tradicionalmente, crecen en esta época del año porque las refinerías se preparan para el pico de consumo invernal. A los precios actuales, el brent prácticamente roza en términos reales (una vez ajustada la inflación) el máximo que alcanzó durante la guerra del Golfo, en 1990.