Diario de León

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Una década de turbulencias

El comisario austríaco abandona el cargo tras haber dado un giro de 180 grados a la PAC, un cambio traumático, pero que a su juicio llevará al sector al triunfo de futuro

Protestas de agricultores en León por la reforma de la PAC

Protestas de agricultores en León por la reforma de la PAC

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Franz Fischler - bruselas
León

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Los últimos diez años han sido, sin duda alguna, los más turbulentos de la historia de la Política Agrícola Común (PAC). La revolución causada por las diferentes reformas que han tenido y tienen que asimilar los agricultores europeos ha sido y es enorme. Así que comprendo el mar de du-das en el que se encuentran muchos de ellos. Siempre me he guiado en mis decisiones por el deseo de conseguir lo mejor a largo plazo para el sector. Pero, al contrario que algunos representantes agrícolas, no considero que mantener el status quo sea la mejor manera de defender sus intereses. Muchas veces, el ataque es la mejor defensa. Gracias a la reforma del 2003, y a pesar de las profecías de las aves de mal agüero, por primera vez en la historia la UE ha lanzado una ofensiva y puede exhibir una nueva política que da a los agricultores seguridad para planificar y margen de maniobra para producir de manera sostenible. Las reformas agrícolas fueron un paso importante y necesario para garantizar la viabilidad de la PAC. Me atrevo a afirmar que, sin ésta, nunca habría habido garantía ni seguridad de planificación para nuestros agricultores hasta el 2013. Con las crisis de la EEB, la dioxina y la fiebre aftosa, la política agrícola europea fue blanco fácil de las críticas y la PAC presentaba, por ello, un flanco débil a los ataques de sus detractores. Una cosa es cierta, en los últimos diez años no ha quedado piedra sobre piedra de la política agrícola. A principios de los 90, la PAC se caracterizaba aún por una política de subvenciones rígida y orientada a la producción. A pesar de ello, los ingresos de los agricultores bajaron y se instaló una pérdida de confianza en los consumidores y contribuyentes. Superproducción Entonces empezó la larga marcha que nos alejó de la política de fomento a la superproducción y nos llevó a un régimen de ayudas orientado al mercado, respetuoso con el medio ambiente y basado en los resultados. Se eliminaron las ayudas directas, se redujeron los precios garantizados y se reforzó el desarrollo rural hasta convertirlo en el segundo pilar de la PAC. La amplia reforma agrícola de junio pasado no fue más que el paso lógico y decisivo. A saber, el pago de ayudas no por las cantidades producidas sino al agricultor por sus prestaciones al servicio de la colectividad y la puesta a disposición de mayores fondos para el medio ambiente, la protección animal, la agricultura ecológica o la producción de calidad. Así, la nueva política agraria es casi imposible de reconocer. Mientras que a principios de los 90, los precios de los cereales aún eran garantizados y fijados por decisiones políticas, ahora es el mercado quien los determina. Hace 15 años, el agricultor mejoraba su renta gracias a un aumento de la producción y las subvenciones. En la actualidad, lo hace orientando su actividad en función de los imperativos del mercado. Entonces, los gastos agrícolas representaban alrededor de dos tercios del presupuesto comunitario, hoy sólo suponen el 43%, y está previsto que desciendan al 33% en el 2013. La nueva política agrícola vincula los pagos directos con normas obligatorias en los ámbitos del medio ambiente, la seguridad alimentaria y la protección de los animales. Las mismas normas generales en toda la Unión garantizan también que los agricultores no se vean desfavorecidos en la competencia con los nuevos Estados miembros. Del mismo modo, la prórroga de las cuotas lácteas hasta el 2014-2015 contribuirá al mantenimiento de la producción lechera, incluso en las regiones más desfavorecidas de la Unión. Por último, los agricultores europeos sacarán también provecho de la disociación entre ayudas y producción, ya que este sistema les da una mayor libertad de producir lo que el mercado pide. Sé que, en este ámbito, algunas inquietudes subsisten. Sin embargo, según estudios independientes, esta disociación no conducirá de ningún modo a un abandono de la producción. Patrimonio paisajístico El temor, expresado muchas veces por los representantes de los agricultores, de que la sociedad no acepte estas ayu-das directas a los agricultores, ya que sería como pagarles por no hacer nada, es infundado. En nuestra sociedad, el gran reconocimiento de la actividad agrícola se asocia cada vez más a la idea de que los agricultores no son solamente productores de carne, leche y cereales, sino también de patrimonio paisajístico. Y es eso lo que garantiza la nueva prima a la explotación. Sólo puede beneficiarse el agricultor que, en sus campos garantiza un medio ambiente sano. Mi sucesora la danesa Mariann Fischer-Boel, tendrá bastante que hacer a lo largo de los próximos años. Soy consciente de que esta revolución exige al sector un máximo de flexibilidad. Y sé que han llovido críticas sobre mi política. Estoy convencido de que son necesarias para proporcionar al sector agrícola el marco político que necesita para triunfar en el futuro.

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