La supresión del impuesto de matriculación no convence al sector automovilístico
La industria automovilística española no las tiene todas consigo respecto a la anunciada eliminación del impuesto de matriculación en la Unión Europea, una medida que será aprobada en próximas fechas, pero cuya entrada en vigor se podría retrasar hasta un máximo de 10 años. El objetivo de las autoridades comunitarias es sustituir esa carga fiscal con un aumento progresivo del tributo que grava la circulación, por el que los ayuntamientos recaudan cada año unos 1.500 millones de euros y que ha generado una competencia municipal feroz, con diferencias de hasta el 300% según donde se abone. El mensaje parece claro: en el futuro pagará más quien más contamine. La propuesta de nueva directiva elaborada por la Comisión prevé que durante 2008 todos los Estados miembros deberán calcular, al menos, la cuarta parte de los ingresos totales por tasas de matriculación y circulación en función del nivel de emisiones contaminantes (CO 2 ) que produzca el vehículo. Dos años después, ese nuevo criterio debería vincular a la mitad de la carga impositiva. La meta que se plantean desde Bruselas es que en 2016 sólo dos tributos graven los automóviles: el de circulación y el IVA, que en la mayoría de los casos corresponde al tipo de normal (16%) y se paga en el país de destino. En la actualidad, si se tiene en cuenta que el impuesto de matriculación supone el 12% del precio, Hacienda se lleva casi una tercera parte del coste de un automóvil -un 28%-, si bien se trata de un nivel medio-alto dentro de la UE. Dinamarca, con una carga fiscal del 198%, Portugal (79%), Chipre (75%), Holanda (64%) y Hungría (60%) la superan.