Unión Fenosa, penas y glorias de un actor «de reparto»

Unión Fenosa se ha vendido porque el Santander no está interesado en la industria, y quiere hacer caja para fortalecer su capital con vistas a cumplir las exigencias del supervisor y, tal vez, ampliar el negocio financiero. La operación le ha salido redonda, porque el valor de la eléctrica en Bolsa ha ido subiendo como la espuma por la expectativa de esa desinversión y sus posibles secuelas, como el lanzamiento de una opa o la puja por el posterior control. Pero la que tradicionalmente ha sido tercera eléctrica tiene virtudes propias, en un panorama energético que, a medio plazo, iba a venir determinado por el cambio de regulación del sector de la electricidad, pero al que la opa de Gas Natural sobre Endesa ha conmocionado, y dado al traste con las previsiones. Lo que el mercado valora es que las diferencias instancias -los reguladores, y el propio Gobierno- podrían condicionar la iniciativa de la empresa gasista a que otras compañías también se potencien. Calcula que algunos activos de Endesa se pondrán al alcance de potenciales compradores, descafeinando el acuerdo previo entre Gas Natural e Iberdrola. Pero, de no ser así, Unión Fenosa siempre quedaría en el punto de mira de cualquier grupo especializado -léase los portugueses de Galp o la italiana Enel- con aspiraciones a alcanzar una posición de peso en el mercado ibérico.