«En mi empresa somos 200 mujeres, y en cuatro años sólo hubo siete nacimientos»

Lucía Varela tiene menos de 30 años y lleva cuatro trabajando para una empresa de telemárketing. Su plantilla la forman mayoritariamente mujeres, unas 200, que cobran un salario de 700 euros de media. Para Lucía el sueldo es un problema, pero lo es más la precariedad en el empleo. Sus contratos son de obra o servicio. «Con estos contratos -asegura- cuando te echan, suelen esperar 20 días para hacerte uno nuevo, con lo que pierdes toda la antigüedad». Esta trabajadora asegura que conoce a otros jóvenes que cobran salarios inferiores a lo que estipula el convenio colectivo de la empresa o del sector a los que pertenecen. «Al ser gente joven, no suele atreverse a protestar ni a denunciarlo. No lo hacen por miedo a perder un puesto que les costó conseguir». La otra alternativa, la de buscar un nuevo empleo, tampoco la considera viable Lucía Varela por la escasez de oportunidades. La conjunción de salarios bajos, turnos cambiantes, horarios sobrepasados en muchas ocasiones, y algunos fines de semana sin librar, suponen, según esta trabajadora lucense, que conciliar la vida familiar con la laboral sea una empresa imposible. Tampoco resulta fácil mantener las relaciones sociales y de pareja. «¿Quién se atreve a tener un hijo, si no lo vas a ver en todo el día? En cuatro años que llevo en esta empresa, en la que somos unas 200 y casi todas menores de 30 años, sólo ha habido siete nacimientos, esto es significativo, ¿no? ¡En cuatro años!, que se dice pronto». Acceder a créditos Además, Lucía Varela ase-gura que sus condiciones laborales, similares a las de muchos jóvenes, significan que no puedan acceder a un crédito bancario. «Ya ni te lo planteas. Las entidades financieras no quieren saber nada de clientes con contratos de obra o servicio. Siempre exigen indefinidos, con lo que meterse en una hipoteca es imposible para nosotros, especialmente para quienes trabajamos en telemárketing». Lucía Varela también se queja de que no las avisen con tiempo suficiente de los cambios de turno. «No es lo mismo que sepas con antelación cuando trabajas a que, de repente, te metan a hacer noches».