Secretario de Estado de la Seguridad Social
«El gasto en pensiones en España es muy bajo»
Uno de los principales artífices de la última reforma de pensiones, Octavio Granado avisa que los beneficiarios del sistema público van a tener que hacer mayores aportaciones durante periodos más largo
Obsesionado por el equilibrio del sistema entre ingresos (cotizaciones sociales) y gastos (prestaciones), el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado (Burgos, 1959) es uno de los principales artífices de la última reforma de pensiones, única que desde la transición democrática ha contado con la firma de todos los negociadores (Gobierno, patronales Ceoe y Cepyme y los dos sindicatos mayoritarios CC.?OO. y UGT). Menos radical que hace unos meses, cuando criticaba algunas figuras que, entonces a su juicio, gravaban el sistema, ahora apuesta por carreras laborales largas sin «abrir puertas falsas» a la recepción de prestaciones y advierte de que el peligro verdadero vendrá cuando se incorporen a la jubilación los pensionistas de 1978. -¿Es una reforma profunda? -Las reformas en Seguridad Social son necesariamente moderadas porque nunca afectan a los actuales pensionistas y sí a los futuros. Entran en vigor de forma escalonada para que no haya grandes diferencias entre ambos. Además, la buena situación financiera del sistema evita reformas taxativas. En definitiva, es una reforma que tendrá efectos profundos en el tiempo, pero que empieza de forma moderada. -¿Qué cambio se tenía que haber hecho y por impopular ha quedado pendiente? -No se trata de popularidad o impopularidad. El problema es que las reformas de la Seguridad Social tienen que tener un punto de equilibrio entre las necesidades de creación de empleo y de riqueza y de las prestaciones sociales. Los interlocutores están de acuerdo en adoptar medidas que, aunque suponen gasto, a la larga aportan beneficios. Este es el caso de la jubilación anticipada. -¿Por qué? -Para las empresas españolas el hecho de tener plantillas más jóvenes supone mayor productividad mientras que para la Seguridad Social es un coste. Pero también es verdad que el tener menor productividad supondría otro coste. Por lo tanto, ese punto de equilibrio es lo fundamental. Y lo importante es que hemos estado de acuerdo todos los negociadores. -Es decir, ¿la jubilación anticipada aumenta la competitividad de las empresas? -El hecho de tener plantillas más jóvenes, sobre todo en los sectores sujetos a la competitividad internacional, sí representa un cierto plus. Además, en España hemos vivido un proceso muy importante de formación, que en el mercado de trabajo se aprecia día a día. Los nuevos trabajadores han vivido de manera natural la incorporación de las nuevas tecnologías. Para ellos, la modernización es algo que han visto desde la cuna y no supone ningún problema. -De todas las variaciones introducidas con la reforma ¿cuál resaltaría? -Resaltaría que es la primera reforma que firmamos todos los interlocutores y la primera que aborda el conjunto del sistema, no solamente la jubilación también la incapacidad temporal, la viudedad, la orfandad, la reducción de los Regímenes... -¿Las modificaciones introducidas suponen algún ahorro para sistema? -El sistema tiene que presentar equilibrio entre gastos e ingresos. Hemos cerrado algunas puertas falsas que permitían el acceso a las prestaciones sin la contribución necesaria, sin que esto suponga medidas de exclusión. Simplemente, los beneficiarios van a tener que hacer mayores aportaciones durante periodos de tiempo más largos, pero no hablamos de ahorro sino de garantizar los ingresos, es decir, de no permitir que se llegue al cobro de prestaciones con aportaciones insuficientes. -¿Hasta qué año se puede mantener el actual ritmo de gasto? -En España el gasto en pensiones no es alto. En comparación con los países más desarrollados es muy bajo. No llegamos al 9% del Producto Interior Bruto, fruto de una pirámide de población menos envejecida, pero también de que existe un stock de pensiones bajas (carreras cortas por estar muchos años en la economía sumergida, importes reducidos, escasísima incorporación de la mujer al trabajo, etc.). El gasto será alto cuando ese stock se componga de pensiones generadas a partir de la Constitución (1978). -¿Para cuándo la próxima reforma de pensiones? -Los sistemas de pensiones tienen que adaptarse de manera permanente. Esta reforma garantiza el equilibrio por mucho tiempo, pero lo razonable sería esperar a que sus efectos se vean en la práctica. Muchas medidas se pondrán en vigor con la colaboración de los ciudadanos, como las que incentivan la prolongación de la vida laboral más allá de los 65 años. Por otro lado, no podemos estar haciendo constantemente reformas porque producen una enorme incertidumbre. -La reforma deja abierta la puerta para que la pensión de viudedad se reestructure profundamente ¿no? -Sí. Cuando constatemos que las mujeres y los hombres trabajan en condiciones de práctica igualdad tendremos que discutir cómo organizar la viudedad de manera que cause el menor trastorno posible a las personas que enviuden y al sistema. Por ejemplo, la pensión de viudedad es compatible al cien por cien con el trabajo, pero a partir del momento de la jubilación de la viuda o del viudo es incompatible si la cuantía de la nueva prestación es alta. Es decir, la pensión de viudedad se convierte en cero. -¿Por dónde irán los cambios? -Desde mi punto de vista sería interesante que los partidos políticos y los agentes sociales discutieran un sistema de configuración de complementabilidad de la viudedad en el trabajo y en la jubilación. Que no fuera blanco ni negro. Que tuviera una gama de grises. -¿Qué quiere decir? -Que se cobrara una proporción durante la vida laboral y que luego lo no cobrado se sumara a la jubilación. -¿La viudedad en las parejas de hecho tendrá carácter retroactivo? -No puede anticiparse al momento en el que empezaron a configurarse las parejas de hecho. Otra cosa es que tengamos que solucionar casos muy escasos pero dramáticos, como son los de las mujeres que constituyeron una familia con compañeros con los que no pudieron casarse porque éstos habían contraído un matrimonio anterior y no existía el divorcio. Vivían de las rentas generadas por el hombre y cuando éste falleció se quedaron en la más absoluta de las miserias. En este sentido, sí buscaremos soluciones.