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Las constructoras se lanzan a por los clientes «cautivos»

Para contrarrestar el carácter cíclico del «ladrillo», las empresas apuestan por la electricidad, los aeropuertos, la recogida de basuras o las carreteras

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J. Díaz de Alda - madrid
León

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El eléctrico es el último pero no el único mercado que ha enamorado a las constructoras. Primero fue la vivienda, que les llenó las arcas, y recientemente las concesiones. La entrada en éstas últimas tiene mucho sentido, pues requiere algo que le sobra al sector: experiencia en la negociación con la Administración. Los aeropuertos, la gestión de aguas residuales, los aparcamientos, la logística, el mantenimiento de infraestructuras o el transporte de mercancías y pasajeros han sido los siguientes pasos. La nota común en estos negocios es la garantía de demanda. Una vez tomada la posición, y siempre dentro de una relativa competencia, sólo hay que esperar a que el mundo gire. En un contexto de crecimiento global de la economía es difícil pensar que caiga la demanda de energía. Tampoco es previsible que se hunda el negocio aéreo o que desaparezca la recogida de basuras en las ciudades. Las grandes constructoras españolas son cada vez más grandes pero menos constructoras. Conscientes de que el negocio del ladrillo, que genera rentabilidades moderadas, es muy cíclico, han dado una vuelta de tuerca a su estrategia y se han lanzado a sectores con una demanda cautiva. Negocios en los que no hay necesidad de buscar clientes y en los que éstos no tienen demasiada opción de cambiar a una competidora. La entrada de Acciona en la guerra abierta por el control de Endesa y la apuesta de ACS por Iberdrola son los últimos capítulos de un cambio de tendencia que comenzó hace algún tiempo y que va a más. Son las empresas españolas que realmente tienen dinero. El capital acumulado durante lustros gracias a la fortaleza de la vivienda y al desarrollo de grandes obras las ha convertido en un conglomerado muy poderoso dotado de una caja desorbitada. Con los fondos europeos para infraestructuras en retroceso y el negocio inmobiliario estabilizado después de alcanzar máximos irrepetibles, han decidido cambiar. La construcción pura ya no ocupa siquiera el 50% de su actividad, relegada por los servicios y la energía. Los primeros ejecutivos del sector son rápidos y firmes en sus decisiones. No les tiembla la mano y saben que cuentan con el respaldo de los bancos, que no dudan en financiar sus proyectos. Antes de que Acciona comprara el 10% de Endesa, encomendara al Santander nuevas adquisiciones y advirtiera que podría ir a por el 24,9%, la constructora de la familia Entrecanales (controla un 60% de la firma) ya había apostado de forma decidida por la energía renovable y la sostenibilidad. Su división energética le aportó en el 2005 un tercio del beneficio bruto. La entrada en la primera eléctrica española, en principio estratégica, ha sido una jugada maestra. Incluso si concluye como una mera operación financiera, nadie podrá reprochárselo al presidente de la compañía, José Manuel Entrecanales. En sólo dos días, logró una plusvalía de 460 millones de euros.

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