British se une a Texas y tres socios españoles para comprar Iberia Durao Barroso cree que hay que revisar el estado del bienestar

British Airways se ha decantado finalmente por Texas Pacific Group (TPG), a la que acompañará en su asalto sobre Iberia, según explicaron ayer fuentes próximas a la operación. Ibersuizas, Vista Capital -la sociedad de inversión participada al 50% por Santander y el Royal Bank of Scotland- y Quercus, la empresa patrimonial de la familia Carulla, serán sus compañeros de viaje españoles. Imprescindibles, además, para mantener los derechos de vuelo de la compañía de bandera. De prosperar la oferta que presenten después los cinco socios, el consejo de administración de la futura Iberia estará ampliamente dominado por miembros nacionales. La posición de British El grupo facilitará en los próximos días toda la información requerida en su día a TPG por la firma presidida por Fernando Conte. Tras anunciar una oferta preliminar a 3,6 euros por acción, la española pidió a la estadounidense que le aclarara quiénes eran sus socios (españoles o extranjeros) y cuáles eran sus planes. TPG, por un lado, y el fondo de capital riesgo, Apax Partner, por otro, comenzaron entonces a cortejar a British, que llegó la semana pasada a reconocer que dialogaba con ambos al tiempo. Finalmente, Apax ha perdido la batalla. Con el sí de British Airways, TPG tiene ganada la mitad de Iberia. La británica cuenta con un 10% del capital de la española y tiene a su disposición una opción preferente de compra sobre el 26% restante en manos del denominado núcleo duro . Un grupo en el que están presentes BBVA, Caja Madrid, Logista, Ibercaja, Caja Castilla-La Mancha, Unicaja, El Monte y el propio Estado español, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi). El consejo de administración de Iberia se reúne con carácter ordinario este jueves. Es previsible que para entonces British Airways se haya dirigido ya al mercado británico para confirmar su alianza y a la propia española para revelarle más detalles. A partir de entonces, el máximo órgano de gobierno de la aerolínea podrá decidir abrirle sus libros de contabilidad. Cuando analicen esa información, TPG y sus aliados pondrán encima de la mesa un precio concreto. Los analistas creen que la opa podría rondar los 4 euros por acción. Gana España Quien quiera comprar Iberia deberá dejar al menos el 50,01% de su capital en manos de socios españoles. Una condición que deriva de los permisos de vuelo entre España y Latinoamérica (rutas en la que Iberia es líder mundial), concedidos al país y no a la compañía en sí. Fuentes bien informadas aseguran que TPG y British Airways han acordado que los socios nacionales superen «con creces» ese porcentaje. La británica, además, ya ha advertido que no irá más allá de su 10%. Al menos, de momento. Es previsible que los fondos hayan apalabrado su presencia durante tres o cuatro años y, llegado ese plazo, le vendan a British su parte. De este modo, la españolidad de la nueva empresa queda garantizada. Algo esencial, incluso en términos políticos, puesto que la aerolínea es casi una imagen del país. En el caso de Vista Capital, además, es muy probable que Santander lidere la aportación económica en la operación. Ésta e Ibersuizas (en la que participan FCC, La Seda de Barcelona, Hansa Urbana y Selenis) se unieron desde el principio a TPG. Más tarde llegó Quercus, que además de recursos económicos aporta experiencia en el sector, pues la filial de Agrolimen cuenta con un 20% de Clickair, la bajo coste de Iberia. Este fondo de capital riesgo es propietario, además, de firmas como Gallina Blanca, Affinity, Caldos y Sopas, y La Sirena. Aunque el grupo es sólido, dicen algunos de sus miembros, es muy posible que en los próximos días se incorporen nuevas firmas, todas españolas. El presidente de la Comision Europea, Juan Manuel Durao Barroso, advirtió ayer de que el estado del bienestar y los sistemas públicos de protección social necesitan cambios. Apuntó que todos los procesos de este tipo tienen ganadores y perdedores y que es con estos últimos con los que la Union tendra que ser solidaria. «Hay que crear una Europa que proteja, pero no que sea proteccionista», afirmó. Las declaraciones de Durao Barroso tuvieron lugar en la inauguración del úndecimo congreso de la Confederacion Europea de Sindicatos (CES), un acto que por primera vez se celebra en una ciudad española. Posteriormente, su discurso fue criticado por los máximos responsables de la organización. El secretario general de la CES, John Monks, dijo, con ironía, que se trataba de una intervención «cuidadosamente preparada para una audiencia sindical»; es decir, que había sido lo suficientemente ambigua para que nadie pudiera molestarse. En definitiva, los compromisos que los sindicalistas deseaban oír del presidente de la Comisión brillaron por su ausencia, tales como la introducción, en el nuevo Tratado, de la Carta de derechos fundamentales con caracter vinculante. El presidente de la Confederación, el español Candido Méndez (secretario general de UGT) lamentó la oportunidad perdida por Barroso y, al igual que Monks, recordó que «todavía estamos a la espera de un programa nítido y claro, de contenido social, por parte de la Comisión Europea».