El rechazo social y la inversión en I+D de las nuevas tecnologías complican su propuesta
Las eléctricas piden más centrales nucleares y con carbón limpio
La estrategia para garantizar el suministro en el 2030 precisa otros 6.500 megavatios
De todo un poco, y nucleares también. Las empresas agrupadas en Unesa creen que la mejor estrategia de equipamiento en generación para garantizar el suministro eléctrico en 2030 pasa por la incorporación de 2.600 nuevos megavatios de origen nuclear y de otros 3.900 megavatios procedentes de centrales de carbón limpio. Son cifras que equivalen a la construcción de dos grandes grupos nucleares de 1.300 megavatios cada uno o tres de 900, así como de cinco centrales de carbón con captura de CO 2 de 800 megavatios por unidad, instalaciones todas ellas de las más modernas tecnologías. Este modelo mixto, acompañado de recomendaciones para un desarrollo continuado de las renovables -para las que sugieren mantener una cuota del 35% de la producción en la década 2020-2030- así como de medidas de ahorro y eficiencia energética, fue defendido por el presidente de la agrupación empresarial, Pedro Rivero. Lo hizo en una presentación que, de forma intencionada, se ha adelantado a la publicación oficial del documento promovido por Industria. «Así no van a poder acusarnos de reaccionar a las propuestas de otros», declaró el presidente de Unesa. Por lo que se conoce, el escenario defendido por el Ministerio plantea que las nucleares mantengan en 2030 la actual potencia instalada -con reducción del peso sobre el total- y un recorte de las centrales de carbón. Pero «si la generación es libre, debería ser libre la decisión de las compañías sobre la forma de producirla, siempre que se cumplan las limitaciones técnicas y medioambientales», aseveró Rivero. Aceptación social Y está claro que las empresas quieren seguir apostando por la producción nuclear. Rivero admitió que el modelo mixto defendido es, seguramente, el más difícil de sacar adelante, porque, entre otras cosas, requiere la aceptación social de las centrales atómicas, así como elevadas inversiones en investigación y desarrollo de las nuevas tecnologías. Pero insistió en las ventajas que reporta. «Al recoger un mix equilibrado de nuclear, carbón, renovables y gas natural -argumentó- dará una gran robustez y un buen comportamiento medioambiental al sistema». El rechazo social a las nucleares ha vuelto a reflejarse, precisamente, en el Barómetro mensual del Centro de Investigaciones Sociológicas del pasado noviembre, difundido este viernes. El 40,3% de los consultados mencionaron la energía de origen nuclear como la que se debería utilizar menos, frente al 16,7% que se decantó por el petróleo o el 17,5% que citó en primer lugar el carbón. Los consultados justificaron este rechazo de la energía atómica con los argumentos de que «contamina el aire o el agua», «no es segura» y «produce residuos».