Los mayores de 65 años apenas contratan esta fórmula que sirve para completar la pensión
La hipoteca inversa fracasa por la crisis del ladrillo y la desconfianza
Los registradores de la propiedad casi no han tenido que tramitar casos en España
El Gobierno quiso el año pasado dar soporte legal a la hipoteca inversa, una fórmula ideada para que mayores de 65 años y los dependientes con casa propia pudieran complementar sus pensiones. La figura se sumó a la reforma hipotecaria de diciembre acompañada de algunas ventajas fiscales que, sin embargo, no han convencido a casi nadie. Los registradores de la propiedad aseguran que estos contratos se pueden hoy contar «con los dedos de una mano», y los bancos reconocen que «aún falta desarrollo legal» y que los jubilados «siguen considerando su vivienda como el principal legado para sus hijos». En España se tiene la conciencia de que quien tiene un piso tiene un tesoro. Por eso los mayores se lo piensan muy mucho antes de hipotecar su casa para sacarle una renta que eleve su exigua pensión (la media ronda los 670 euros). Hasta ahora -y a pesar de que las entidades financieras lo ofrecen ya de forma más o menos habitual, con un coste eso sí del 5% o 6%-, las hipotecas inversas son «testimoniales», como destaca Eugenio Rodríguez Cepeda, decano del Colegio de Registradores. Al miedo a suscribir un crédito sobre el tesoro familiar, tal y como están los tipos de interés, se suman múltiples inconvenientes. El primero de todos, la crisis que vive el mercado inmobiliario. Los precios de la casas no crecen como antaño y muchos auguran caídas notables en los próximos años. Y claro, no es de extrañar que bancos y cajas encarezcan un producto que no saben realmente cómo funcionará. En principio, el contrato implica que el propietario pacta una renta mensual (o pagadera de una sola vez) por su casa para que cuando él muera sus herederos paguen directamente o vendan la casa para saldar la deuda Pero la cuestión no es tan fácil pues, como asegura uno de los responsables del Colegio de Registradores, «hasta que no nos muramos por decreto a una edad determinada no hay nada que hacer». Las entidades financieras reconocen que la incertidumbre sobre el deceso del beneficiario complica la operación. Para solventar este inconveniente, algunas incluyen un seguro de rentas -que añade costes al producto- por si el cliente sobrevive al tiempo concertado. Y es que si en los cincuenta la esperanza de vida era de 65 años, hoy supera los 80. Todo un cúmulo de incertidumbres que pueden llevar a lo que en el mercado financiero se conoce como patrimonio negativo o, lo que es lo mismo, que la deuda sea superior al valor del bien. Futuro mejorable No todo son impedimentos para que la hipoteca inversa funcione algún día, pues el 84% de los hogares cuya cabeza de familia tiene más de 75 años cuenta con una casa en propiedad con un valor medio de 126.000 euros, según BBVA. A esto se suma que cada surgen más dudas sobre la solvencia futura del sistema público de pensiones con lo que, en principio, puede que haya futuro para este tipo de contrato Desde la Asociación Hipotecaria Española (AHE) se explica que muchos de los que se interesan por la hipoteca inversa no cumplen los requisitos o, sencillamente, tienen otras alternativas que les resultan más ventajosas. Para esta organización es absolutamente necesario un reglamento que desarrolle el producto y la instauración de un organismo independiente que asesore a los clientes.