Las líneas aéreas afrontan su peor crisis financiera desde el atentado del pasado 11-S
Las aerolíneas viven un momento crítico. El peor desde los atentados del 11-S. El imparable ascenso del precio del petróleo ha puesto a muchas compañías al borde del precipicio. Un abismo cada día más profundo y peligroso, dada la feroz competencia que impera en el sector. Aún no hay víctimas mortales, pero quien más y quien menos ya ha iniciado severos ajustes de plantilla o recortes de rutas y frecuencias. Los beneficios menguan o desaparecen y las fusiones se presentan como una de las pocas alternativas para sobrevivir. Frente al debate semántico que se vive en los ámbitos macroeconómico y político sobre «ajustes» o «desaceleraciones», nadie del sector aeronáutico pone en duda de que lo que ha llegado es una «crisis» de tomo y lomo. Precios del petróleo El precio del crudo, y por ende el del queroseno, ha impactado de lleno en las cuentas de resultados en un momento en el que el consumo no deja de caer. Esto sucede, además, en un negocio absolutamente sobredimensionado, con demasiadas compañías en pérdidas y poco margen de negocio para casi nadie. Hasta ahora, las aerolíneas trataban de comprar el combustible (que supone de media un 35% de los costes del sector, frente al 13% de 2002) mediante adquisiciones garantizadas a un precio cierto -denominadas 'coberturas'- en las que, por cierto, Iberia es uno de los mejores negociadores del mundo. Pero enorme la volatilidad del mercado del 'oro negro' ha complicado mucho esos contratos, pues nadie se atreve a fijar hoy un nivel de precios para el futuro.