Zapatero naufraga en el diálogo social pero impide una huelga general
El presidente no sufrirá un paro nacional como les ocurrió a González y Aznar cuando el entendimiento en la mesa de negociación resultó imposible
Los acuerdos de diálogo social han dotado siempre de mayor eficacia la política aplicada por los poderes públicos. Pero en esta ocasión, el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, ha naufragado. El entendimiento en la mesa de negociación resultó imposible y la ruptura, estrepitosa con cruce de insultos y descalificaciones. Sin embargo, uno de los objetivos prioritarios del presidente se salvó. El fracaso, a diferencia de otras ocasiones, no derivará en una huelga general como les ocurrió a sus dos últimos antecesores -”Felipe González y José María Aznar-”.
Zapatero luchará por mantener buenas relaciones con CC.OO. y UGT e impedir así protestas contundentes.
Las organizaciones empresariales y sindicales han tenido gran protagonismo en la historia reciente de España. Fueron pilar básico en el ámbito económico y social en la transición política. Prueba es que aparecen en el Título Preliminar de la Constitución, como actores básicos de la estructura del sistema democrático para la defensa y promoción de determinados intereses.
El origen del diálogo social data de 1979, cuando la Ceoe y UGT firmaron el Acuerdo Básico Interconfederal (ABI), que sentó las bases de un nuevo sistema de relaciones laborales. Un año más tarde, ambas organizaciones cerraron el Acuerdo Marco Interconfederal (AMI) que abordaba aspectos salariales, productividad, tiempo de trabajo, etc. Ambos pactos se convirtieron en el antecedente directo del Estatuto de los Trabajadores, aprobado en 1980, que estableció el marco jurídico de la negociación colectiva. Un argumento esgrimido por la Ceoe para sacar adelante sus últimas propuestas es que muchos capítulos de esta norma básica están obsoletos, lo que a su juicio obliga a una profunda reforma laboral.
La presencia de Rodríguez Zapatero en La Moncloa, tras las elecciones de 2004, supuso otra época de entendimiento. Pero todo indica que aquel talante se ha perdido y que en los próximos meses el diálogo social no será fácil.