Noruega es un paraíso de mitos y agua. Los trolls, esos seres curiosos y fantásticos, habitan en múltiples espacios de este país frío pero hermoso. El viajero no dejará de verlos, y hasta es posible que alguno llegue a casa, como recuerdo, en la maleta. Pero, segurísimo, traerá en la retina la multiplicación de la fiesta del agua y del paisaje. Los fiordos son, sencillamente, un espectáculo. Tanto, que dos de ellos, el Geiranger y el Naeroy, fueron declarados en 2005 Patrimonio de la Humanidad bajo la denominación ‘Fiordos occidentales de Noruega’.