EL ÁRBOL QUE LLEGÓ CON EL FRÍO
Redacción
Es ancestral la costumbre, que iniciaron los pueblos paganos del norte de Europa y que en España es una tradición no tan nueva: la incorporó para siempre a las costumbres españolas en la Navidad de 1870 una princesa rusa, Sofía Troubetzkoy, casada en segundas nupcias con un aristócrata español. Ahora, en plena crisis climática, la apuesta es abandonar los árboles artificiales y volver a los pinos y abetos naturales, que luego se replantan y son una fuente de riqueza para algunos pueblos. Dicen que ese negocio ayuda a fijar población