Una relación a lo Pimpinella que acaba con Yúshenko
Yúshenko, candidato en los comicios de hoy, se ha dedicado a rivalizar con su compañera de barricada en la «Revolución naranja», la primera ministra, Julia Timoshenko. La puso al frente del Gobierno, después la destituyó, riñeron, se reconciliaron, formaron coalición, volvió a apoyar su nombramiento como primera ministra y ahora están otra vez peleados.
De hecho, durante la actual campaña electoral, Yúshenko y Timoshenko se han cruzado más insultos y reproches que los que han dirigido a Yanukóvich, el verdadero adversario. El politólogo ruso, Andréi Fiódorov, considera que la campaña ha sido «la más sucia que se recuerda». Las continuas crisis de Gobierno, debidas a que las coaliciones parlamentarias se disolvían como azucarillos en el agua, han llevado a tres convocatorias para elegir la Rada (Parlamento) en los últimos cuatro años (en marzo de 2006, en septiembre de 2007 y en diciembre de 2008), con el consiguiente hartazgo generalizado. El resultado es que Yúshenko es ya un cadáver político, los sondeos no le dan más de un 5% de apoyo. Aunque conserva intactas sus posibilidades de ser presidenta, la crisis económica y su enfrentamiento con el presidente también le han pasado factura a Timoshenko (20% en las encuestas). El que encabeza la intención de voto es el prorruso Yanukóvich (alrededor de un 30%), pero sin superar el 50% necesario para ser proclamado vencedor en primera vuelta. En la segunda vuelta, prevista para el 7 de febrero, se batirán los dos más votados.