Diario de León

Reportaje | JUAN PALOP

Un seísmo de 6,1 grados sacude de nuevo Haití sin dejar víctimas

La desesperación cunde entre la población después de ocho días a la intemperie

Varias personas tratan de abandonar Puerto Príncipe

Varias personas tratan de abandonar Puerto Príncipe

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javier otazu | puerto príncipe
León

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Un nuevo seísmo de 6,1 grados Ritcher sacudió ayer el oeste de Haití, incluida la capital, sin que parezca haber causado nuevas víctimas, mientras la desesperación cunde entre la población tras ocho días viviendo a la intemperie y en muchos casos sin alimentos.

A las 6.03 de la mañana, justo antes del amanecer, un ruido sordo despertó a los que dormían y el suelo y las paredes comenzaron a temblar. Las pocas personas que se atreven a dormir bajo techo salieron huyendo a zonas abiertas, algunos semidesnudos, con el corazón en un puño.

La mayor parte de los haitianos se han quedado sin casa o con las viviendas llenas de grietas y fisuras, y duermen en espacios abiertos como jardines, patios y plazas, por lo que las casas y muros que crujieron antes de caer no alcanzaron a nadie debajo, según los distintos testimonios y a falta de un balance definitivo. «Yo duermo en el suelo. Cuando sentí este nuevo temblor, me puse a rezar; ¿qué otra cosa podía hacer? -"cuenta Edualdo, de 20 años-" Fueron las mujeres las que echaron a correr».

Testimonio. Paulimé Wilson, un policía que duerme en la calle al lado de su casa semiderruida para cuidar los bienes que aún conserva en el interior, oyó cómo caían algunos de los muros agrietados, pero ni él, ni su familia o sus vecinos tienen que lamentar pérdidas ni heridas.

Pero el nuevo temblor, la réplica más fuerte de las registradas tras el grave seísmo de 7 grados del pasado 12 de enero -"que ya ha dejado 75.000 muertos y millón y medio de personas sin techo-" ha puesto todavía más al desnudo la desesperación en la que viven los haitianos.

El puerto de la capital haitiana se encontraba ayer atestado de gente que lo ha perdido todo en espera de un barco para ir hacia la población de Jérémie, en el noroeste, una ciudad que ha resultado relativamente poco dañada por el seísmo.

El último barco hacia Jérémie salió el pasado martes con 700 pasajeros y no ha regresado por la tremenda falta de combustible que sufre todo el país. Esperándolo se han quedado miles de personas con hatillos donde guardan todos sus enseres.

La distribución de alimentos, que también se desarrolla con lentitud exasperante debido a las preocupaciones de seguridad para los convoyes, se ha convertido en la cuestión más criticada de la ONU y sus agencias en Haití.

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