El Kremlin reprime a los opositores que defienden el derecho de reunión
La policía detiene a más de cien personas para contener la ola de indignación popular por la crisis, de la que responsabilizan a Putin, presidente hasta el 2008
El presidente ruso, Dmitri Medvédev, asegura pretender una reforma del sistema político para hacerlo más democrático, pero los hechos indican lo contrario. La policía volvió ayer a emplearse a fondo con quienes intentaron manifestarse en la plaza Triumfálnaya de Moscú en defensa del artículo 31 de la Constitución, el que se refiere a la necesidad de respetar los derechos de reunión y manifestación. Los agentes practicaron un centenar de detenciones y golpearon a los congregados.
Los dirigentes interpretan el artículo 31 a su manera y consideran legítimo prohibir mítines convocados por lo que consideran «oposición radical». Así volvió a suceder ayer y, según la radio Eco, fueron detenidas más de cien personas, entre ellas el ex viceprimer ministro, Borís Nemtsov; los activistas del movimiento La Otra Rusia Eduard Limónov e Iliá Yashin y los defensores de los derechos humanos Lev Ponomariov y Oleg Orlov.
En la protesta, en la que participaron unas 500 personas, estuvo también presente Liudmila Alexéyeva, jefa del Grupo de Helsinki en Rusia. Los antidisturbios, en número superior a los manifestantes, obligaron a Alexéyeva, de 82 años, a abandonar el lugar, pero no llegaron a arrestarla, como sí hicieron hace un mes, en la tarde de fin de año. La Otra Rusia, la organización Solidarnost (Solidaridad) y otros grupos opositores llevan desde el verano llamando a la ciudadanía a mostrar su malestar en la última jornada de los meses con 31 días.
No sólo se reivindica el respeto al artículo 31 sino también la destitución del primer ministro, Vladímir Putin, presidente de Rusia entre 2000 y 2008, por su inoperancia ante la crisis. El cese inmediato de Putin fue precisamente la consigna más coreada el sábado en el enclave de Kaliningrado, antigua Prusia Oriental. Se reunieron unas 10.000 personas en la que fue la concentración más importante de los últimos meses. Nemtsov abrió el mitin y pudo acabarlo porque el gobernador, Gueorgui Boos, no se atrevió a enviar a la policía.
El acto de Kaliningrado contó también con el apoyo del Partido Comunista.