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Obama presiona a los demócratas en el último paso de la reforma sanitaria

El presidente de Estados Unidos se juega hoy el éxito de su legislatura cuando la Cámara de Representantes decidirá el futuro de su proyecto electoral estrella

Concentración de repúblicanos en contra de la reforma del sistema sanitario en Washington.

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macarena vidal | washington
León

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El presidente de EE.UU., Barack Obama, se desplazó ayer al Capitolio para reunirse con los congresistas demócratas y arengarles en favor de la reforma sanitaria en vísperas de un voto crucial para la medida. Obama acudió a la sede del Congreso estadounidense en una rara iniciativa: normalmente los presidentes sólo se desplazan al Capitolio una sola vez al año, para pronunciar su discurso sobre el Estado de la Unión.

Pero la reforma sanitaria es la principal prioridad legislativa de Obama -”quien se ha apostado su mandato a la aprobación de la medida-” y no está claro, a sólo un día de la votación en la Cámara de Representantes, si los demócratas tienen en la columna de los «síes» los 216 votos que necesitan. El ritmo de las negociaciones ayer en la Cámara era frenético.

Otro de los grandes centros de atención hoy giraba en torno a un grupo de congresistas demócratas católicos, que públicamente permanecen indecisos u opuestos a la medida, y de cuyo voto final -dado que la oposición republicana dará un «no» en bloque- puede decidir el éxito de la reforma. El problema que encuentran los líderes demócratas es que si aceptan la demanda de los anti-abortistas un grupo aún más numeroso de congresistas de izquierda amenaza con retirar su apoyo a la medida.

Una posibilidad con la que se conjeturaba ayer para conciliar las posiciones de ambos grupos era dejar el lenguaje de la medida como está y dejar que Obama emitiera una orden presidencial que dejara claro que no se usarán fondos federales para las interrupciones voluntarias de los embarazos.

Mientras las negociaciones se sucedían en el interior del Congreso, en el exterior se concentraban cerca de 2.000 simpatizantes del movimiento conservador «Tea Party», que se opone tajantemente a la reforma.

Públicamente, los líderes demócratas aseguran que en el momento de la votación contarán con los 216 votos y conseguirán aprobar la reforma, un objetivo que no había conseguido ninguno de los presidentes estadounidenses que lo intentaron. «Claramente creemos que tenemos los votos», aseguró ayer un Hoyer triunfante.