Diario de León
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Opinión | joaquín rábago

El tabloide de mayor tirada del Reino Unido, el derechista The Sun , presenta hoy a Gordon Brown atrincherado en Downing Street, una especie de okupa al que se ha propuesto echar cuanto antes el ganador de las elecciones del jueves, el tory David Cameron, con ayuda de los liberaldemócratas. El líder laborista está en realidad en su derecho de seguir ocupando como primer ministro esa famosa dirección londinense hasta que haya nuevo primer ministro, proceso dificultado por el hecho de que los conservadores no lograron la mayoría absoluta de 326 escaños que les habría permitido ir inmediatamente a ver a la Reina y formar nuevo gobierno.

Sólo con ayuda de los 57 escaños conseguidos por los liberaldemócratas de Clegg superan los «tories» esa mayoría, razón por la que Cameron hizo el viernes una oferta de colaboración al tercer partido parlamentario que le permita cumplir rápidamente su aspiración de convertirse en nuevo jefe de Gobierno. Clegg habló ya ayer por teléfono con Cameron y representantes de ambos partidos mantuvieron el mismo día una primera reunión para discutir los detalles de la oferta, que hoy el líder liberaldemócrata presenta a su grupo parlamentario y a la dirección federal del partido. El dirigente liberaldemócrata, cuyo resultado electoral quedó muy por debajo de las expectativas despertadas por su brillante actuación en los debates por TV con los otros líderes, no puede decidir libremente sino que tendrá que atenerse a las decisiones democráticas de esos partidos.

Y Clegg tendrá que determinar cuáles son sus líneas rojas para una posible colaboración con los tories, que puede ser tentadora porque les ofrecería tal vez la oportunidad de formar parte del Gobierno de la nación, pero también un regalo envenenado. Con un déficit y una deuda galopantes, el próximo Gobierno tendrá que adoptar medidas drásticas de reducción del gasto público y aumento de la recaudación fiscal, y quedar asociado a un programa tan draconiano podría hundirlos.

Pero hay mucho más que eso, y es que ideológicamente, los liberaldemócratas están mucho más lejos de los «tories» que de los laboristas en temas como la justicia social y la necesidad de redistribución económica. Hacerles demasiadas concesiones a los «tories» podría provocar acabar escindiendo al Partido Liberaldemócrata, lo último que Clegg puede permitirse.

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