Los espías rusos, objeto de fascinación
Estados Unidos siguió ayer el último episodio de espionaje ruso que, sin embargo, decepciona a los más peliculeros por el nivel de «a pie» que tenían los once agentes
Los espías detenidos no usaban prototipos avanzados sino que compraban los artilugios electrónicos más comunes en cadenas como Best Buy . Las transmisiones se hacían por wi-fi desde un café público a un portátil en el interior de una furgoneta aparcada en la esquina,
Otros expertos consideran que los espías no eran tan tontos, porque con la transmisión codificada por Wi-Fi evitaban el paso de la información a través de Internet y sobre todo cualquier contacto visible entre el agente y sus conexiones rusas
Prueba del abaratamiento tecnológico que ha sacado a las agencias de espionaje de la vanguardia es el uso de móviles desechables, que sustituye a los pequeños transmisores ocultos en bolígrafos o cigarrillos para comunicarse con la central. Anna Chapman, la femme fatale de 28 años que acapara estos días las portadas de los tabloides, tiró de uno de ellos cuando sintió que el falso agente del FBI que se hacía pasar por un empleado del consulado ruso la estaba engañando
1397124194 Espías «de calle» . A diferencia de esta joven sofisticada con aspecto de modelo, el resto del grupo destacaba por su aire de «padre aburrido». «Los han descrito como agentes secretos que conspiran viviendo entre las sombras de los suburbios residenciales, pero no parecían más siniestros que cualquier matrimonio aburrido en una reunión de padres de familia», observó el periodista
Se trataba de Juan José Lázaro y Viki Peláez o del matrimonio de Richard y Cynthia Murphy, de New Jersey, o el que formaban Donald Heathfield y Tracey Lee Ann Foley, en Boston, todos ellos a la espera de la decisión de los respectivos juzgados estatales que llevan el caso por todo el país.