Una cruz conmemorativa provoca la división social y política en Polonia
El símbolo honra el fallecimiento del presidente Lech Kaczynski y de 95 personas en una tragedia aérea
«La cruz es un símbolo que demuestra el dolor que sentimos los polacos por la muerte del presidente Lech Kaczynski y otras 95 personas. Retirar esta cruz sería un sacrilegio». Para mí, «el lugar de esta cruz debe ser una iglesia o un recinto religioso y no el palacio presidencial». Ambas opiniones corresponden a dos mujeres varsovianas, creyentes y católicas.
Es una lucha pacífica pero sin cuartel entre la Polonia europea y moderna y la Polonia anclada en las contradicciones de un pasado doloroso, la del campo y las pequeñas ciudades.
La cruz que un grupo de «boy scouts» colocó delante del palacio presidencial de Varsovia después de la tragedia aérea de Smolensk, que debió ser retirada hace unos días, porque así lo acordaron la nueva jefatura del Estado, el Gobierno de Tusk y la jerarquía eclesiástica, sigue en pie. Grupos de exaltados, generalmente católicos integristas y extremistas de derechas, custodian la cruz a diario, y han llegado a impedir por la fuerza que la Policía la retire.
Desde hace días, numerosas personas, sobre todo jóvenes, se manifiestan de manera desenfadada delante de los guardianes de la cruz para exigir que este símbolo religioso sea retirado. Sólo un cordón de policías separa a los dos grupos, a estas dos Polonias enfrentadas que desde la tragedia de Smolensk, marcan el ámbito social y político.