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Los sindicatos convocan más protestas para paralizar la reforma de Sarkozy

El presidente francés anuncia «mano dura» para los violentos y los piquetes

Estudiantes se manifiestan contra el Gobierno.

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f. iturribarría | parís
León

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La coordinadora sindical de Francia convocó ayer dos nuevas jornadas de movilización contra el retraso de la edad de jubilación para los próximos días 28 de octubre y 6 de noviembre, cuando la impopular reforma de las pensiones ya habrá sido aprobada por el Parlamento.

Mientras el presidente Nicolas Sarkozy anunciaba mano dura para violentos y piquetes, su Gobierno recurrió a una argucia legal para acelerar la votación por el Senado del proyecto de ley antes del fin de semana entre las protestas airadas de la oposición de izquierda.

Conscientes de que el paso de 60 a 62 años en la edad mínima de jubilación tiene la suerte echada en la etapa parlamentaria, los sindicatos se han marcado el desafío de impedir que la ley sea promulgada. La voluntad común de evitar que Sarkozy estampe su firma a la reforma estelar de la segunda mitad de su mandato les sirvió para ofrecer una unidad de fachada cuando afloran las divergencias sobre métodos y estrategias entre moderados y radicales.

Horas antes el Gobierno había introducido una cuña en el frente sindical con una enmienda votada por el Senado de madrugada. El texto prevé la organización de una reflexión sobre una reforma sistémica del régimen francés de jubilaciones por reparto (contributivas). Sería organizada a partir del primer semestre del 2013, es decir después de las elecciones presidenciales del 2012 a las que Sarkozy tiene previsto presentarse.

La iniciativa contempla estudiar las condiciones de puesta en marcha de un régimen universal por puntos y las maneras de facilitar la libre elección de los asegurados sobre las modalidades de su cese de actividad.

Ese sistema, inspirado en el modelo sueco, es una vieja reivindicación de la socialdemócrata CFDT a la que se opone por una cuestión de principios la comunista CGT.

La manzana de la discordia lanzada entre los dos principales sindicatos del país supone, a la vez, un reconocimiento tácito de la provisionalidad de una reforma que no resuelve el equilibrio financiero a largo plazo. «A finales de septiembre, el Gobierno no quería oir hablar de una reforma sistémica porque era admitir las debilidades de su propia reforma. Ahora está obligado a reconocer que su reforma es de parcheo y no responde a la exigencia de poner a los franceses en pie de igualdad ante la jubilación», valoró el senador centrista Jean Arthuis, uno de los promotores de la idea

1397124194 Mano dura. Mientras la zanahoria tentaba a la franja moderada del sindicalismo, Sarkozy esgrimió el palo de la mano dura hacia los violentos y los piquetes. «Los alborotadores no tendrán la última palabra» y «no hay derecho a que los franceses y la economía del país sean tomados como rehenes por una minoría» son las dos frases sintetizadoras de la firmeza presidencial.

Ante los obreros de una fábrica de equipamientos de cocina, Sarkozy subrayó que «en nuestra democracia hay un montón de medios de expresión, pero la violencia más cobarde y más gratuita, ésa no es aceptable». A su juicio, a los estudiantes hay que explicarles que «la reforma se hace para ellos porque, de lo contrario tendrían que pagar dos veces: una por ellos, otra por sus padres». «No seré quien deje a los jóvenes la deuda acumulada de mi generación», proclamó con el tono más firme empleado desde el inicio de la crisis social. Las manifestaciones estudiantiles recorrieron un día más las calles de París, Lyón, Burdeos, Lille, Poitiers, Grenoble, Nantes, Rennes, Perpiñán, Toulouse y otras ciudades. Mientras tanto las gasolineras sin existencias han pasado a representar de un tercio a un cuarto del total gracias al desbloqueo policial de los depósitos de carburantes.

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