Conmoción en EE.UU. por la muerte del enviado especial a Afganistán y Pakistán
Richard Holbrooke deja huérfana la política de Washington en la zona asiática
Un coro de voces dentro y fuera de Estados Unidos lamentaban ayer la desaparición de Richard Holbrooke, un diplomático irrepetible cuyo protagonismo ha sido esencial en el devenir de algunos de los retos más importantes de política exterior norteamericana durante casi 50 años.
Acostumbrado a los encargos difíciles desde que fuera despachado al conflicto vietnamita en 1962, el hasta ahora enviado especial de EE.UU. en Afganistán se había ganado, quizás por primera vez en toda su carrera, un amplio respaldo a sus gestiones de pacificación en el país centro asiático. «Tenemos que acabar esta guerra en Afganistán» alcanzó a decir al médico que le operó del desgarro de aorta del que nunca se recuperó.
Más allá del reconocimiento de los gobiernos afganos y pakistaní a sus trabajos de mediación en el conflicto -”Hamid Karzai no lo adoraba pero emitió una nota valorando su trabajo-”, a quien más duele la pérdida es a la Administración Obama.
Tras una reunión de urgencia con su asesores, el presidente admitió ayer que su ausencia deja un vacío muy difícil de cubrir justo cuando la estrategia militar comenzaba a dar ciertos frutos. Por primera vez en muchos meses, según la Casa Blanca, la insurgencia talibán pierde fuelle gracias al esfuerzo combinado de las tropas estadounidenses y el Ejército local, que ha crecido en número de efectivos y en su habilidad para frenar al enemigo.
En este contexto, el papel del experimentado Holbrooke para avanzar en la consolidación del gobierno de Kabul y en unas condiciones económicas más estables se consideraba decisivo
Desde la cúpula .La secretaria de Estado, Hillary Clinton, que se encontraba reunida en Washington con el veterano diplomático cuando este se sintió enfermo el pasado viernes, se mostró muy abatida por su muerte. «Estados Unidos ha perdido a uno de sus defensores más acérrimos y uno de sus servidores más dedicados», señaló la jefa de la diplomacia, quien se enorgulleció de ser su «amiga, colega y confidente». Elogios parecidos pronunció Obama en una comparecencia en el departamento de Estado. «Figura única» y «gigante de la política exterior», así lo definió el mandatario norteamericano.,