Diario de León

Cientos de heridos al enfrentarse los partidarios de Mubarak y los opositores

Tres muertos en una jornada de caos absoluto en el centro de El Cairo

El número de heridos durante los enfrentamientos superó los 600.

El número de heridos durante los enfrentamientos superó los 600.

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enrique rubio | el cairo
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Los violentos enfrentamientos que mantuvieron ayer partidarios del presidente Hosni Mubarak y la oposición en la plaza Tahrir marcaron un punto de inflexión en la crisis política en la que lleva inmerso Egipto desde hace nueve días. La erupción de la violencia sumió al centro de El Cairo en el caos absoluto, bajo la mirada pasiva de los militares apostados en sus tanques y la ausencia total de policías, que estos días limitan sus funciones a dirigir el tráfico y custodiar algunas embajadas.

Al menos tres personas murieron y 639 resultaron heridas en las refriegas, aunque de ellas sólo cuatro se encuentran en estado grave, según dijo a la televisión pública el ministro de Sanidad, Ahmed Sameh Farid, quien añadió que ambulancias custodiadas por el Ejército entraron en la plaza Tahrir para evacuar a los heridos.

La violencia estalló sobre las 12.00 hora local (10.00 GMT), cuando miles de defensores de Mubarak se acercaron a los accesos de Tahrir para encararse con los miembros de la oposición e intentar desalojarlos de la plaza por la fuerza con palos y barras de hierro. Como pudo constatar Efe, tras unos momentos de tensión en los que se intercambiaron insultos a través del fino cordón de civiles y militares que intentaba separar a los dos bandos, comenzó una lluvia de piedras en ambas direcciones que hirió en la cabeza a muchas personas, desalojadas inmediatamente de la plaza. Muchos otros sufrieron cortes y magulladuras al caer al suelo encima de cristales o al ser arrollados por la turbamulta.

El principal foco de las refriegas se situó en el acceso a Tahrir ubicado delante del Museo Egipcio, donde se concentraron miles de partidarios gubernamentales, cuya cifra fue creciendo sin cesar a lo largo de la jornada hasta alcanzar al menos los 10.000. Llegaron a caballo y en camello, en barcas por el Nilo o directamente en sus coches, tocando el claxon y gritando: «¡No se va, no se va!». La mayoría eran varones jóvenes, pero también había mujeres, ancianos y familias, que se mantenían a una distancia prudencial.

En cuanto oscureció, comenzó el lanzamiento de cócteles molotov en la plaza, que originaron incendios que los militares trataban de sofocar con mangueras y que alcanzaron el Museo Egipcio. Desde las ventanas de los edificios colindantes se arrojaban palos, sillas y todo tipo de objetos sobre los manifestantes.

Mubarak anunció en la noche del martes en un discurso televisado a la nación que no se presentará a las próximas elecciones presidenciales, en septiembre, y acusó a determinados grupos políticos que no identificó de estar «manipulando y aprovechándose» de estas manifestaciones. «Se necesita liderazgo para elegir entre el caos y la estabilidad», añadió el gobernante.

Sin embargo, las escenas vividas en Tahrir están mucho más cerca del caos que de la estabilidad que esgrime Mubarak.

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