El Ejército promete ceder el poder
Insta al actual Ejecutivo egipcio a llevar a cabo sus funciones hasta la formación de un nuevo Gobierno
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas egipcias, al que el ex presidente Hosni Mubarak cedió el viernes todos sus poderes, se comprometió en un comunicado a «traspasar pacíficamente el poder, en el marco de un sistema democrático libre, a una autoridad civil».
El portavoz del consejo leyó en una intervención televisada la nota, en la que este órgano garantiza que cumplirá con «todos los acuerdos y tratados regionales e internacionales».
En su comunicado, el cuarto que dan a conocer en las últimas 48 horas, los militares instan al actual ejecutivo y a los gobernadores del país a «llevar a cabo sus funciones hasta la formación de un nuevo gobierno». La nota sienta las bases, en seis puntos, de las próximas actuaciones del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que dirige el país desde que ayer el vicepresidente egipcio, Omar Suleimán, anunció la renuncia de Mubarak. «El Consejo aspira al traspaso pacífico del poder, en el marco de un sistema democrático libre, a una autoridad civil elegida para gobernar el país y construir un estado democrático y libre», reza el cuarto punto del comunicado leído por el portavoz.
Asimismo, reafirma el «compromiso de la República Árabe de Egipto con todos los acuerdos y tratados regionales e internacionales». La cúpula castrense, que sostiene estar comprometida con «todos sus comunicados anteriores», manifiesta su «confianza en la capacidad de Egipto, sus instituciones y su pueblo de superar las delicadas circunstancias actuales». Para ello, llama a todas las instituciones estatales y privadas a «llevar adelante su misión patriota para impulsar el proceso económico en tranquilidad». También apela a la ciudadanía a colaborar con las fuerzas de seguridad «en amistad y cooperación entre todos», mientras que insta a los cuerpos de seguridad a hacer honor a su lema de «la Policía al servicio del pueblo».
Decenas de miles de egipcios acudieron ayer a la plaza cairota de Tahrir para desmantelar el campamento en el que muchos de ellos pernoctaban y limpiar este simbólico lugar que durante dos semanas se ha convertido en su hogar. «Perdón por las molestias. Construimos Egipto», se leía en un cartel que llevaban muchos de los voluntarios, que armados con guantes, escobas, bolsas y mascarillas limpiaban la plaza e incluso recolocaban los adoquines que días antes habían sido utilizados como proyectiles en los enfrentamientos con los partidarios del régimen. Auténticos batallones de limpieza formados por voluntarios se afanaban en barrer las aceras y la calzada y retirar todo deshecho de este plaza, cuyo nombre significa Liberación y que ha sido el epicentro de la revolución que forzó la caída ayer de Hosni Mubarak.
Limpiar Tahir. La joven diseñadora gráfica Nura al Gazar aseguraba, mientras se ajustaba unos guantes de látex, que quieren «limpiar Tahrir porque es un lugar simbólico» y así demostrar también que pueden «construir un futuro mejor» para Egipto. En opinión de Gazar, asidua a las manifestaciones que comenzaron el pasado 25 de enero, «en un día o dos como máximo la plaza estará vacía». «Hemos conseguido lo que queríamos, no tiene sentido seguir aquí», agregó.
Este parecía ser el sentimiento general en la plaza, donde casi la mitad de las tiendas instaladas durante las dos últimas semanas ya habían sido desmontadas, al igual que los hospitales de campaña. Mientras los enfermeros recogían los medicamentos y los utensilios de primeros auxilios, cientos de personas acarreaban los cartones, plásticos y varas metálicas utilizados para levantar estos improvisados refugios revolucionarios. «Nos estamos preparando para marcharnos. Sólo esperamos a ver qué dicen después de una reunión de opositores encabezada por (uno de los dirigentes del grupo islámico Hermanos Musulmanes) Mohamed Beltagui», aseguró junto a su tienda el profesor de matemáticas Ibrahim Abdel Maguid.
Maguid, que se definió como «egipcio independiente en este momento de la historia» pero por lo general simpatizante de los Hermanos Musulmanes, se refería a un supuesto encuentro de fuerzas opositoras.
Tanto Maguid como muchos de los que llevan acampados en este lugar desde el pasado 28 de enero, tienen ya ganas de volver a sus casas, comer un plato caliente y ducharse. Parece que con la renuncia de Mubarak se acabaron las colas de una hora para ir a los baños públicos instalados en un rincón de la plaza, pero lo que por ahora continúa son las ganas de celebrar la victoria conseguida por el pueblo. Egipcios de todas las edades y estratos sociales se congregaron en Tahrir para cantar por grupos canciones revolucionarias y gritar consignas de ensalzamiento al pueblo egipcio.
Aunque se están retirando las tiendas todavía continúan signos de estas protestas, como partes de las barricadas levantadas para defenderse de los ataques de los partidarios de Mubarak.