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Obama, Sarkozy y Cameron piden el cese de inmediato de la violencia

Francia reclama una reunión urgente del Consejo de Seguridad

Obama habla sobre la situación en Libia acompañado por la secretaria de Estado, Clinton.

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Efe | washington / parís / madrid

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El presidente de EE.UU., Barack Obama, habló ayer con el primer ministro británico, David Cameron, y con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, para tratar sobre posibles medidas contra Libia, según reveló la Casa Blanca.

En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, indicó que en las respectivas conversaciones Obama abordó «las diferentes opciones que podemos tomar junto a nuestros socios internacionales». El portavoz expresó la esperanza de que «podamos contar con medidas pronto».

«Estamos interesados en actuar rápidamente» acerca de Libia, pues «lo demanda» la situación «cambiante y peligrosa» en el país norteafricano. Actualmente, subrayó, «ninguna opción se queda fuera de la mesa», en referencia a la posibilidad de emprender acciones militares.

No obstante, matizó que «nos centramos ahora mismo en cómo podemos presionar sobre la situación a corto plazo, usar medidas con un amplio apoyo internacional para obligar a Libia a cesar sus actos contra su propio pueblo».

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, repasó ayer con su homólogo estadounidense la situación de Libia y le anunció su intención de pedir una nueva reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, según informó la Presidencia gala.

Sarkozy señaló que, tras la adopción por unanimidad de una declaración del Consejo el pasado martes, «son necesarias medidas concretas» para «permitir el acceso inmediato de ayuda humanitaria y sancionar a los responsables de la violencia contra la población civil libia», indicó el Elíseo.

Obama y Sarkozy, que acordaron mantenerse en «contacto estrecho» sobre la crisis libia, intercambiaron las medidas que estudian sus países contra Trípoli.

El mandatario francés indicó que su país desea «una adopción rápida» de esas medidas en el seno de la Unión Europea.

Ambos presidentes reiteraron su exigencia de que se ponga fin de forma «inmediata al uso de la fuerza contra la población civil» y denunciaron «la represión brutal y sangrienta y las declaraciones amenazantes de la dirección libia».

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, tiene previsto desplazarse a Ginebra para participar en esa reunión, mientras que William Burns, subsecretario del Departamento de Estado para Asuntos Políticos, efectuará una gira por capitales europeas para abordar las diversas opciones para presionar a Libia.

En su primera declaración sobre Libia, Obama dijo el miércoles que el «baño de sangre» y el «sufrimiento» en ese país son «un escándalo» y son «inaceptables», antes de apuntar que su Gobierno prepara «toda una gama de opciones» contra el régimen de Muamar el Gadafi. Los ataques del Gobierno libio contra su propia población, aseguró, «violan no sólo las leyes, sino el sentido de la decencia más común».

El Gobierno libio, aseguró Obama, tendrá que rendir cuentas por su «fracaso» a la hora de cumplir los estándares internacionales.

Desde España. Por su parte, el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, viajará el domingo a Túnez, el origen de las revueltas que todavía sacuden varios países del Magreb y del Golfo, y se convertirá en el primer dirigente occidental que visita el país tras la responsable de Exteriores de la UE, Catherine Ashton.

Según fuentes del Gobierno, la visita a Túnez formará parte de una gira en la que también se incluyen Catar y los Emiratos Árabes Unidos, dos países con evidente interés económico para España.

El viaje a Túnez, que está dirigido por un gobierno de transición desde que a mediados de enero las manifestaciones populares provocaran la caída del presidente Zine el Abidine Ben Alí, será preparado por el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Juan Antonio Yáñez-Barnuevo, quien esta tarde ha anunciado que se desplaza al país. Zapatero tiene previsto entrevistarse con las autoridades locales, los representantes de la oposición y los sectores reformistas con la intención de conocer sobre el terreno la situación en la que se encuentra el país.

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